Cita bíblica:
Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. – Salmo 119:105
Reflexión:
En nuestro mundo tecnológico, es sorprendente cómo tratamos a nuestros dispositivos móviles con más atención y devoción que a nuestra propia Biblia. Constantemente revisamos notificaciones, nunca olvidamos cargar la batería, y llevamos nuestros celulares a todas partes. Sin embargo, la Palabra de Dios, que contiene sabiduría eterna, a menudo queda olvidada en algún estante de nuestra casa. Por lo tanto, debemos preguntarnos: ¿qué pasaría si tratáramos a nuestras Biblias como a nuestros celulares? Sin duda, nuestra vida espiritual experimentaría una transformación radical.
La Escritura nos muestra el ejemplo del rey David, quien entendió perfectamente esta prioridad espiritual. A pesar de sus responsabilidades como gobernante de una nación, David declaró en el Salmo 119:97: «¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.» Él no tenía tecnología moderna, pero entendía el valor de mantener la Palabra de Dios siempre presente. En consecuencia, meditaba en ella día y noche, la consultaba antes de tomar decisiones y la guardaba en su corazón como su tesoro más preciado. El resultado fue evidente: a pesar de sus errores, David fue llamado «un hombre conforme al corazón de Dios» porque mantuvo su enfoque en lo que realmente importaba.
Reflexionemos honestamente: ¿Cuántas horas dedicamos diariamente a nuestros dispositivos móviles comparado con el tiempo que pasamos en la Palabra? Si tratáramos a nuestras Biblias como a nuestros celulares, estaríamos llenos de conocimiento divino, tendríamos más hambre por las verdades eternas y nuestra relación con Dios florecería. No es una tarea fácil, especialmente en un mundo digital que constantemente compite por nuestra atención, pero es una decisión que podemos tomar. Tal vez necesitemos un «ayuno digital» para redescubrir el poder transformador de las Escrituras.
La buena noticia es que este cambio de prioridades está a nuestro alcance. Así como desarrollamos el hábito de revisar constantemente nuestro teléfono, podemos cultivar el hábito de abrir nuestra Biblia con frecuencia. Podemos configurar alarmas para leer un versículo, llevar siempre la Palabra con nosotros (ahora incluso en aplicaciones de la Biblia), y consultar a Dios antes de cada decisión. Cuando la somnolencia nos venza durante la lectura, podemos pedirle al Espíritu Santo que avive nuestro deseo por Su verdad. En definitiva, nuestras prioridades reflejan nuestro corazón, y al dar a la Palabra el lugar que merece, demostramos nuestro amor genuino por Aquel que la inspiró.
Oremos juntos:
Padre Celestial, perdóname por las veces que he valorado más la tecnología y las distracciones mundanas que Tu Palabra eterna. Ayúdame a desarrollar un hambre insaciable por las Escrituras y a tratarlas con la importancia que merecen. Quiero llevar Tu Palabra conmigo siempre, consultar Tu sabiduría en cada decisión y permitir que sea lámpara a mis pies. Ayúdame a vencer la somnolencia y las distracciones cuando leo la Biblia. Espíritu Santo, enciende en mí un amor renovado por la Palabra que transforma vidas. En el nombre de Jesús, amén.