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Cita bíblica:
«Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?» – Números 23:19
Reflexión:
En un mundo donde las promesas se rompen fácilmente y las palabras se las lleva el viento, encontramos un ancla segura en la inmutabilidad de Dios. A diferencia de nosotros, que cambiamos de opinión según las circunstancias, Dios permanece fiel a Su palabra. En primer lugar, debemos entender que cuando Dios hace una promesa, esta no está sujeta a cambios ni a condiciones inesperadas. Por el contrario, Sus declaraciones están respaldadas por Su naturaleza perfecta e inmutable. Por lo tanto, podemos descansar en la certeza de que si Él lo dijo, sin duda alguna, Él lo hará.
En la Biblia vemos cómo Dios reveló a algunos de sus profetas, como Isaías y Jeremías, que Jesús nacería, proporcionándoles detalles sorprendentemente específicos sobre su venida. Desde el lugar exacto de su nacimiento en Belén, hasta la persecución de Herodes que resultaría en la matanza de inocentes, e incluso que sería llamado el Nazareno. Estas profecías, pronunciadas siglos antes, se cumplieron con precisión asombrosa. De hecho, más de 300 profecías del Antiguo Testamento encontraron su cumplimiento en la vida, muerte y resurrección de Jesús. Este extraordinario testimonio de la fidelidad divina nos confirma que cuando Dios habla, la realización de Su palabra es absolutamente segura.
¿Te has encontrado dudando de las promesas que Dios ha hecho sobre tu vida? Quizás estás pasando por un desierto espiritual donde las promesas parecen distantes. Recuerda que la fidelidad de Dios no depende de tus circunstancias, sino de Su carácter inmutable.
La confianza en la palabra de Dios transforma fundamentalmente nuestra vida espiritual. Cuando comprendemos que Sus promesas son infalibles, nuestra fe se fortalece, nuestra esperanza se renueva y nuestro temor disminuye. Esta certeza nos permite avanzar con valentía a pesar de las apariencias contrarias. Además, al aceptar la inmutabilidad de Dios, reconocemos la naturaleza cambiante y falible de nuestra propia percepción. Por consiguiente, en lugar de confiar en nuestras emociones fluctuantes o en las circunstancias temporales, aprendemos a anclar nuestra vida en la roca firme de Su palabra, sabiendo que el cielo y la tierra pasarán, pero Sus palabras no pasarán jamás.
Desafío del Día:
Tarea práctica: Si aún dudas de lo que ha dicho sobre ti:
- Tómate unos minutos hoy para anotar tres promesas bíblicas que necesitas recordar.
- Junto a cada una, escribe: «Si Dios lo dijo, Él lo hará».
- Lleva esta lista contigo y léela cuando la duda intente apoderarse de tu corazón.
Oremos juntos:
Padre Celestial, te agradezco porque tu palabra es verdad y tus promesas son seguras. Perdóname por los momentos en que he dudado de ti y he confiado más en mis percepciones limitadas. Ayúdame a recordar que tu fidelidad no depende de mis circunstancias sino de tu carácter perfecto. Renueva mi fe para creer que si tú lo has dicho, sin duda lo cumplirás en tu tiempo perfecto. Que mi vida sea un testimonio de confianza inquebrantable en tus promesas. En el nombre de Jesús, amén.
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