Escucha o descarga el devocional y comparte!
Cita bíblica:
«Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.» – Mateo 3:10
Reflexión:
En nuestra vida cristiana, debemos preguntarnos constantemente: ¿qué tipo de fruto estoy produciendo? El versículo de hoy nos confronta con una verdad ineludible: Dios espera que demos fruto, y no cualquier fruto, sino buen fruto. Sin embargo, muchos creyentes profesan fe con sus labios mientras sus vidas permanecen estériles. En primer lugar, debemos entender que el fruto no es opcional para el verdadero creyente. Así como un manzano naturalmente produce manzanas, un cristiano genuino produce naturalmente el fruto del Espíritu. Por tanto, la ausencia de fruto no es simplemente una etapa espiritual; podría ser señal de una fe superficial.
El rey Saúl nos ofrece un poderoso ejemplo bíblico de alguien que aparentaba piedad pero carecía de fruto verdadero. Aunque fue ungido como rey y comenzó su reinado con humildad, gradualmente su vida se llenó de «hojas religiosas» sin fruto auténtico. Cuando debía obedecer completamente a Dios, prefirió seguir sus propios deseos, ofreciendo sacrificios en lugar de obediencia. Samuel le recordó: «¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y sacrificios como en la obediencia a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios» (1 Samuel 15:22). Saúl mantenía las apariencias religiosas mientras su corazón se alejaba de Dios, hasta que finalmente fue rechazado como rey. Su vida nos advierte sobre el peligro de conformarnos con las apariencias externas sin permitir que Dios transforme nuestro corazón.
¿Cómo luces tú ante los ojos de Dios? Muchos asisten a la iglesia, leen su Biblia y oran antes de comer, pero sus vidas carecen del fruto genuino del Espíritu Santo. El Señor advierte claramente: «No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre.» La ausencia de fruto se evidencia cuando nos enojamos fácilmente, nos enfocamos en apariencias religiosas, o nuestra fe no se traduce en acciones concretas de amor.
El hacha puesta a la raíz representa el juicio inminente de Dios sobre vidas improductivas. Esta metáfora nos recuerda que el tiempo para producir fruto es ahora, no mañana. El buen fruto no surge instantáneamente; requiere cultivar una relación íntima con Cristo, pues como Él dijo: «Separados de mí nada podéis hacer» (Juan 15:5). Cuando permanecemos conectados a la vid verdadera, el fruto emerge naturalmente. No se trata de esfuerzos humanos forzados, sino de permitir que el Espíritu Santo produzca en nosotros el carácter de Cristo: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. El verdadero cristiano no pregunta «¿cuánto fruto debo producir para cumplir?», sino que vive entregado a Cristo, permitiendo que Su vida fluya naturalmente a través de él.
Desafío del Día:
Tarea práctica: Examina tu vida hoy, haciéndote estas preguntas:
- ¿En qué área específica careces del fruto del Espíritu? ¿Es en tu paciencia con tu familia? ¿En tu generosidad con tus recursos? ¿En tu compromiso con la verdad?
- Identifica un área,
- Escríbela en un papel.
- Órale a Dios pidiendo que comience a transformarla hoy.
Oremos juntos:
Padre Celestial, examina mi corazón hoy. Perdóname por conformarme tantas veces con apariencias religiosas sin permitir que tu Espíritu produzca fruto genuino en mi vida. Reconozco que sin Ti nada puedo hacer. Ayúdame a permanecer conectado a Ti, la vid verdadera, para que tu vida fluya a través de mí, produciendo el fruto que permanece. Muéstrame las áreas donde hay solo hojas sin fruto y transforma mi corazón para reflejar genuinamente tu carácter. En el nombre de Jesús, amén.
Video relacionado:
TIERRA FÉRTIL (Video Oficial) @LorellQuiles

