Cita bíblica:
Éxodo 14:14 «El Señor peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos»
Reflexión:
En un mundo donde las palabras fluyen sin cesar, donde la defensa propia parece ser un reflejo natural, encontramos una verdad profunda y transformadora: el silencio puede ser nuestra arma más poderosa. Al principio, puede parecer contraintuitorio, incluso débil, permanecer en silencio cuando somos atacados o criticados. Sin embargo, en el silencio reside una fuerza extraordinaria que trasciende la necesidad de justificarnos constantemente.
Jesús, ante Pilato, nos mostró la máxima expresión de esta verdad. Cuando fue acusado falsamente, cuando los testigos mentían sobre Él, cuando la multitud gritaba «¡Crucifícale!», Jesús guardó silencio. Como nos relata Mateo 27:12-14, «Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió». Su silencio no era debilidad, sino una manifestación de poder divino y sabiduría celestial. No necesitaba defenderse porque sabía que Su Padre estaba en control.
¿Cuántas veces hemos sentido la urgencia de defendernos inmediatamente, de justificar cada acción, de responder a cada crítica? El silencio no solo es una respuesta, es un testimonio poderoso de nuestra confianza en Dios. Cuando permanecemos en paz ante los ataques, cuando elevamos nuestras manos en adoración en medio de la tormenta, estamos predicando sin palabras un mensaje más poderoso que mil argumentos.
El silencio sabio no es pasividad, es una declaración activa de nuestra fe en un Dios que pelea nuestras batallas. Cuando elegimos no defendernos, estamos permitiendo que Dios sea nuestro vindicador. Esta decisión requiere valentía, confianza y una profunda comprensión de que nuestro valor no depende de las opiniones ajenas, sino de nuestra identidad en Cristo.
Oración
«Padre Celestial, dame la sabiduría para saber cuándo guardar silencio y la fortaleza para confiar en que Tú peleas mis batallas. Ayúdame a encontrar paz en el silencio y a recordar que mi vindicación viene de Ti. En el nombre de Jesús, amén.»