Cita bíblica:
Génesis 12:3 «Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.»
Reflexión:
En el camino de nuestra vida cristiana, a menudo olvidamos que fuimos creados con un propósito divino: ser canal de bendición para otros. Sin embargo, necesitamos primero reconocer y declarar esta verdad sobre nosotros mismos. Cuando comprendemos que somos portadores de la bendición de Dios, nuestra perspectiva cambia radicalmente, y comenzamos a ver las oportunidades que Él pone frente a nosotros para impactar positivamente en la vida de quienes nos rodean.
Abraham, nuestro padre en la fe, es el ejemplo perfecto de alguien que entendió su llamado como portador de bendición. Dios lo llamó a salir de su tierra, no solo para bendecirlo personalmente, sino para convertirlo en bendición para todas las naciones. A pesar de las dificultades y momentos de duda, Abraham mantuvo firme su fe y su identidad como canal de bendición divina. Su vida impactó no solo a su generación, sino que a través de él, todas las naciones de la tierra fueron bendecidas, cumpliendo así el propósito divino.
¿Te has dado cuenta del potencial que Dios ha depositado en ti? Cada uno de nosotros ha sido creado con dones y talentos únicos que, cuando los ponemos al servicio de otros, se convierten en canales de bendición. No permitas que las circunstancias actuales nublen tu visión del propósito divino. Declara con fe sobre tu vida: «¡Soy bendición para otros! ¡Dios me usa para impactar vidas!»
Ser bendición para otros no es una opción, es nuestro llamado divino. Cuando alineamos nuestras palabras y acciones con este propósito, experimentamos la plenitud del plan de Dios para nuestras vidas. No esperes a que las circunstancias sean perfectas; comienza hoy mismo a declarar y actuar como el canal de bendición que fuiste creado para ser.
Oración:
«Amado Padre, gracias por llamarme a ser bendición para otros. Ayúdame a ver las oportunidades que pones en mi camino para impactar positivamente en la vida de quienes me rodean. Que mis palabras y acciones sean reflejo de tu amor y que pueda cumplir el propósito para el cual me creaste. En el nombre de Jesús, amén.»