Cita bíblica:
Salmos 4:8 «En paz me acostaré y así mismo dormiré, porque solo tú, oh Señor, me mantendrás a salvo.»
Reflexión:
En este mundo acelerado, muchos vivimos atrapados en una espiral constante de preocupaciones y afanes. Sin embargo, la Palabra de Dios nos recuerda en Salmos 4:8 «En paz me acostaré y así mismo dormiré». Esta promesa divina nos invita a soltar las cargas que nos agobian y encontrar descanso verdadero en Su presencia. El afán, como una red invisible, nos envuelve gradualmente hasta robarnos la paz que Dios desea para nosotros. No obstante, cuando aprendemos a confiar plenamente en Él, descubrimos que Su paz sobrepasa todo entendimiento.
Pensemos en María y Marta, dos hermanas que nos muestran un contraste perfecto en Lucas 10:38-42. Mientras Marta se afanaba con muchos quehaceres, estresada y ansiosa por servir a Jesús perfectamente, María eligió sentarse a Sus pies y escuchar Sus palabras. Jesús mismo elogió la elección de María, diciendo que ella había escogido la mejor parte. Esta historia nos enseña que el afán y la preocupación excesiva pueden alejarnos de lo verdaderamente importante: nuestra relación con Dios. Marta, en su deseo de servir, perdió la paz y la oportunidad de disfrutar la presencia del Señor.
El estrés se ha convertido en una epidemia silenciosa que afecta nuestra salud física, mental y espiritual. Las investigaciones médicas confirman que es un factor determinante en enfermedades graves como el cáncer. Cuando permitimos que el afán gobierne nuestras vidas, no solo comprometemos nuestra salud, sino que también levantamos una barrera que nos impide experimentar plenamente la presencia de Dios. La clave está en aprender a «desconectarnos» de aquello que nos roba la paz y reconectar con nuestro Padre celestial.
La paz que Dios nos ofrece no es una simple ausencia de problemas, sino una presencia poderosa que nos sostiene en medio de las tormentas. Cuando aprendemos a depositar nuestras cargas en Él, encontramos un descanso que el mundo no puede dar. No permitas que el afán te robe lo que Dios tiene para ti. Elige, como María, la mejor parte: estar en Su presencia y confiar en Su perfecta voluntad.
Oración:
Padre Celestial, perdóname por las veces que he permitido que el afán y la preocupación dominen mi vida. Enséñame a descansar en Ti, a confiar en Tu provisión y a encontrar paz en Tu presencia. Ayúdame a soltar todo aquello que me impide experimentar Tu paz perfecta. En el nombre de Jesús, amén.»