Cita bíblica:
Mateo 6:25-26 25 »Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida y el cuerpo más que la ropa? 26 Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan, ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?
Reflexión:
En un mundo donde la ansiedad por el futuro parece consumirnos, Jesús nos presenta una hermosa verdad a través de la naturaleza. Las aves del cielo, sin preocuparse por sembrar o cosechar, reciben su sustento diario de nuestro Padre celestial. Los lirios del campo, sin esforzarse por su apariencia, superan en belleza al rey más espléndido. Esta enseñanza nos revela una profunda lección: si Dios cuida con tanto detalle de su creación, ¿cuánto más cuidará de nosotros, sus hijos amados?
La provisión divina se manifestó de manera extraordinaria cuando Dios alimentó a los israelitas en el desierto con el maná. Cada mañana, el pueblo salía a recoger solo lo necesario para ese día, pues intentar almacenar para el siguiente resultaba en que el maná se corrompía. Esta práctica diaria era más que un sistema de alimentación: era una lección de confianza y dependencia en Dios. El Señor estaba enseñando a su pueblo a confiar en su fidelidad día tras día, demostrando que su provisión es constante y suficiente.
¿Cuántas veces nos hemos perdido las bendiciones del presente por estar preocupados por el mañana? Dios nos invita a vivir en una confianza plena, sabiendo que Él conoce perfectamente nuestras necesidades. La preocupación excesiva no solo demuestra nuestra falta de fe, sino que también nos roba la paz y el gozo del momento presente. La clave está en buscar primero su reino, confiando en que todo lo demás vendrá como añadidura.
Cuando aprendemos a descansar en el cuidado amoroso de nuestro Padre celestial, experimentamos una libertad incomparable. No se trata de vivir irresponsablemente, sino de mantener un equilibrio entre la planificación prudente y la confianza absoluta en Dios. Cada día trae sus propios desafíos, pero también trae la nueva misericordia y provisión de nuestro Señor. Vivamos, entonces, en la paz que surge de saber que estamos en Sus manos.
Oración
Amado Padre celestial, te agradecemos por tu cuidado fiel y constante. Perdónanos por los momentos en que la preocupación ha nublado nuestra confianza en ti. Ayúdanos a vivir cada día en la certeza de tu provisión, buscando primero tu reino y tu justicia. En el nombre de Jesús, amén.