Cita bíblica:
Santiago 1:14-15 Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte.
Reflexión:
En un mundo donde la pornografía se presenta como algo normal, es crucial recordar que, a los ojos de Dios, es un pecado de gran magnitud que puede llevarnos a la perdición. Santiago nos advierte que la pasión desenfrenada conduce al pecado y, finalmente, a la muerte espiritual.
La pornografía puede tener un impacto devastador en nuestras vidas y mentes. Al exponernos a imágenes y representaciones sexuales explícitas, puede distorsionar nuestra percepción de la sexualidad y de las relaciones saludables. Además, puede llevarnos a desarrollar una mentalidad obsesiva hacia el sexo, contribuyendo a la adicción y al deseo compulsivo de gratificación sexual.
En términos de nuestras acciones, la pornografía puede incitarnos a cometer actos de perversidad y comportamiento sexual inapropiado. Puede conducirnos a desear experiencias sexuales que son contrarias a los principios morales y éticos, llevándonos a buscar gratificación a expensas de los demás y de nosotros mismos.
Además, la pornografía puede erosionar nuestra autoestima y nuestra percepción del valor propio y de los demás. Puede promover una cultura de objetivación y cosificación, donde las personas son vistas como meros objetos de placer en lugar de seres humanos con dignidad y valor intrínseco.
La historia de David y Betsabé nos muestra cómo la mirada lujuriosa de David desencadenó una serie de acciones pecaminosas. Lo que comenzó como un simple deseo visual terminó en adulterio y homicidio, trayendo consecuencias devastadoras a su vida y reino.
Ante la tentación de la pornografía, es vital fortalecer nuestra relación con Dios y buscar refugio en Su Palabra. Evitar lugares y situaciones que puedan inducirnos a caer en esta trampa esencial, así como buscar apoyo y rendición de cuentas en nuestra comunidad cristiana.
La pornografía es un veneno espiritual que corrompe nuestra mente, destruye nuestras relaciones y separa nuestras almas de Dios. Solo reconociendo su peligro y buscando la ayuda de Dios podemos liberarnos de su poder devastador.
Oración:
Padre celestial, te pedimos que nos guardes del mal y nos fortalezcas en la lucha contra la tentación de la pornografía. Ayúdanos a mantenernos firmes en tu verdad y a encontrar satisfacción y plenitud en tu amor incondicional. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor. Amén.
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