Cita bíblica:
Juan 15:11 – «Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.»
Reflexión:
Muchas veces caminamos por la vida cargando pesados fardos de ansiedad, preocupación y angustia. Sin embargo, estas emociones no son parte del plan divino para nosotros. En Juan 15:11, Jesús revela un propósito extraordinario detrás de sus enseñanzas: que su gozo permanezca en nosotros y nuestro gozo sea completo. Por lo tanto, cuando permitimos que la angustia domine nuestros pensamientos, estamos viviendo en contradicción con el diseño celestial para nuestras vidas. Dios, en su infinita sabiduría y amor, ha establecido un camino de plenitud y satisfacción que trasciende las circunstancias temporales que enfrentamos diariamente.
El rey David ejemplifica perfectamente esta verdad. A pesar de enfrentar persecución, traición, guerra y pérdidas personales devastadoras, encontramos en los Salmos un hombre que conocía el secreto del gozo divino. En el Salmo 34:4-5, declaró: «Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados.» Incluso cuando huía de Saúl, cuando su propio hijo Absalón intentó usurpar su trono, o cuando enfrentó las consecuencias de sus propios pecados, David siempre volvía a la fuente de gozo verdadero: la presencia de Dios. No era inmune al dolor o la angustia, pero sabía dónde depositar sus cargas para recibir a cambio un gozo inquebrantable.
¿Has considerado cuánta energía emocional, mental y física consumes diariamente en preocupaciones? La angustia es como un ladrón silencioso que roba nuestra paz, nuestro descanso y nuestra capacidad de experimentar el gozo que Dios promete. Pero también nos da la solución para no vivir angustiadas: creer en Él, confiar en sus promesas, abrazar Su palabra. Dios realmente quiere darnos Su gozo perfecto, pero también nos da una orden clara: no vivir angustiadas ni perturbadas y la solución es súper más clara: confiar plenamente en él, a través del estudio y la meditación de su palabra.
La verdad transformadora es que el gozo que Cristo ofrece no está basado en circunstancias favorables, sino en una relación viva con Él. Este gozo divino opera bajo principios diferentes al placer temporal que el mundo ofrece. Mientras que la felicidad mundana depende de lo que sucede, el gozo de Cristo permanece aún en medio de las tormentas más violentas de la vida. Por eso Pablo pudo escribir cartas rebosantes de alegría desde una celda de prisión, y los primeros cristianos cantaban himnos mientras enfrentaban persecución. Esta es nuestra herencia como hijos de Dios: un gozo inextinguible que trasciende todo entendimiento y que se profundiza cuando nos sumergimos en Su palabra y en Su presencia.
Oremos juntos:
Padre Celestial, reconozco que tú deseas que experimente tu gozo completo y no una vida dominada por la angustia. Perdóname por las veces que he elegido preocuparme en lugar de confiar en ti. Hoy decido depositar todas mis cargas en tus manos poderosas. Enséñame a meditar en tu Palabra y a guardarla en mi corazón para que tu gozo sea mi fortaleza diaria. Te pido que, como lo hiciste con David, transformes mis momentos de angustia en testimonios de tu fidelidad y gozo. En el precioso nombre de Jesús, amén.
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