Devocional 17 de Abril de 2025: El Espejo en Nuestro Corazón: Reflexionando sobre Judas

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Cita bíblica:

Mateo 7:3-5 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

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Reflexión:

La crítica es una espada de doble filo que con facilidad blandimos hacia otros, mientras permanecemos ciegos ante nuestros propios defectos. Cuando leemos en Mateo 7:5-8, Jesús nos confronta diciendo: «¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano». A menudo, nos resulta tan sencillo señalar las faltas ajenas, especialmente las de personajes bíblicos como Judas Iscariote. Sin embargo, raramente nos detenemos a examinar en qué medida podríamos estar repitiendo sus mismos patrones en nuestra vida cotidiana.

La historia de Judas Iscariote resuena profundamente en nuestra memoria colectiva cristiana. Este discípulo, quien caminó junto a Jesús durante tres años, presenció milagros extraordinarios y escuchó las enseñanzas divinas de primera mano, terminó vendiendo a su maestro por treinta piezas de plata (Mateo 26:14-16). Judas se acercó a Jesús en el huerto de Getsemaní y con un beso, señal acordada con los sacerdotes, identificó a quien sería arrestado. Ese beso, que debería haber sido símbolo de afecto y lealtad, se transformó en el sello de la traición más infame de la historia. Después, consumido por el remordimiento pero sin verdadero arrepentimiento, Judas devolvió el dinero y acabó con su vida, incapaz de lidiar con la magnitud de su pecado.

Nos invito a reflexionar: ¿Cuántas veces hemos juzgado severamente a Judas desde nuestra aparente superioridad moral? Lo señalamos con desdén, considerándolo el epítome de la traición, sin reconocer que nosotros mismos hemos vendido a Cristo por mucho menos que treinta monedas. Lo cambiamos por un momento de placer, por aceptación social, por comodidad o por evitar el ridículo. Cada vez que elegimos conscientemente el pecado sobre la obediencia, cada vez que negamos nuestra fe para encajar, cada vez que callamos cuando deberíamos hablar por temor al rechazo, estamos plantando un beso de Judas en la mejilla de nuestro Salvador.

¿Qué podemos aprender de este difícil espejo? Primero, la humildad de reconocernos capaces de traicionar lo que más amamos. A diferencia de Judas, tenemos la oportunidad de arrepentirnos genuinamente y recibir el perdón que Cristo ofrece. Segundo, debemos desarrollar una mirada compasiva hacia aquellos que han fallado, comprendiendo que todos somos vulnerables a la tentación. Finalmente, necesitamos vigilar nuestro corazón con diligencia, examinando constantemente nuestras motivaciones y decisiones. El antídoto contra el espíritu de Judas es la transparencia ante Dios, la búsqueda constante de Su presencia y el compromiso renovado cada día con vivir en integridad.

Oremos Juntos:

Padre celestial, perdóname por las veces que, como Judas, he traicionado tu amor por cosas insignificantes. Ayúdame a ver la viga en mi propio ojo antes de juzgar a otros. Examina mi corazón y revela cualquier área donde esté comprometiendo mi relación contigo. Dame la fortaleza para permanecer fiel incluso cuando el camino sea difícil. En el nombre de Jesús, quien a pesar de conocer mi capacidad de traicionarlo, me sigue amando incondicionalmente. Amén.

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