Cita bíblica:
Eclesiastés 4:9-10 «Mejor son dos que uno […] porque si cayeren, el uno levantará a su compañero»
Reflexión:
En nuestro caminar cristiano, a menudo nos encontramos con momentos de duda, debilidad y desafíos que parecen insuperables. Sin embargo, Dios en su infinita sabiduría, nos ha bendecido con la posibilidad de formar vínculos sagrados de amistad. Estos amigos especiales no son simples compañeros de vida, sino verdaderos guerreros de oración que, con determinación y amor, nos acercan más a Cristo cuando nuestras propias fuerzas flaquean.
La Biblia nos presenta un poderoso ejemplo en Marcos 2:1-12, donde cuatro amigos demostraron un amor extraordinario por su compañero paralítico. Cuando la multitud les impidió llegar hasta Jesús, no se detuvieron ante los obstáculos. Con fe inquebrantable y determinación, subieron al techo de la casa, lo abrieron y bajaron a su amigo hasta los pies del Maestro. Su acción audaz no solo resultó en la sanación física de su amigo, sino también en su salvación espiritual. Estos hombres nos enseñan que el verdadero amor no conoce límites.
¿Cuántos de nosotros tenemos amigos así en nuestra vida? Necesitamos rodearnos de personas que estén dispuestas a «romper techos» por nosotros, que nos lleven a los pies de Cristo cuando no podemos llegar por nuestros propios medios. Amigos que oren sin cesar, que nos animen con la Palabra, que no teman incomodarse o sacrificarse para vernos crecer espiritualmente. Su amor refleja el amor de Cristo.
En conclusión, debemos valorar y cultivar estas amistades espirituales que Dios pone en nuestro camino. Son regalo divino para fortalecer nuestra fe y mantenernos firmes en momentos de prueba. Al mismo tiempo, estamos llamados a ser ese tipo de amigo para otros, dispuestos a hacer lo extraordinario para llevarlos a los pies de Jesús, donde la verdadera transformación ocurre.
ORACIÓN:
«Amado Padre Celestial, gracias por los amigos que has puesto en mi vida para acercarme más a ti. Ayúdame a ser ese tipo de amigo para otros, que esté dispuesto a hacer lo extraordinario para llevarlos a tus pies. Dame un corazón servicial y valiente como el de aquellos cuatro hombres. En el nombre de Jesús, amén.»