Cita bíblica:
Zacarías 7:9-10 Así dice el Señor Todopoderoso: “Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros. No opriman a las viudas ni a los huérfanos, ni a los extranjeros ni a los pobres. No maquinen el mal en su corazón los unos contra los otros”.
Reflexión:
La compasión, a diferencia de la lástima, nace del amor genuino que Dios ha sembrado en nuestros corazones. Mientras que la lástima se queda en el sentimiento superficial de pena por el otro, la verdadera compasión nos mueve a la acción, nos impulsa a tender la mano y a comprometernos con el bienestar de nuestros hermanos. En el pasaje de Zacarías, Dios nos llama no solo a sentir, sino a actuar con justicia, amor y compasión, especialmente hacia los más vulnerables.
En el libro de Éxodo, encontramos un hermoso ejemplo de compasión verdadera en la hija del Faraón. En una época donde su padre había ordenado la muerte de todos los niños varones hebreos, ella encontró a un bebé en una canasta flotando en el río Nilo. A pesar de reconocer que era un niño hebreo, su corazón se conmovió profundamente. No solo sintió lástima, sino que actuó con valentía, desafiando el decreto de su padre, rescató al bebé y lo adoptó como su propio hijo, quien más tarde se convertiría en Moisés, el libertador del pueblo de Israel.
La diferencia entre compasión y lástima es como la diferencia entre el amor activo y el sentimiento pasivo. La lástima dice «pobre de ti» y sigue su camino, mientras que la compasión dice «estoy contigo» y se queda para ayudar. La compasión verdadera nos lleva a involucrarnos, a sacrificar tiempo y recursos, a ser las manos y pies de Cristo en un mundo necesitado. No basta con sentir pena; Dios nos llama a ser agentes de Su amor en acción.
La compasión es el reflejo del corazón de Dios en nosotros. Cuando elegimos actuar con compasión, nos convertimos en instrumentos de Su amor y gracia. Al igual que la hija del Faraón, estamos llamados a ir más allá de los sentimientos superficiales y atrevernos a hacer la diferencia en la vida de otros, aun cuando esto implique salir de nuestra zona de confort o enfrentar desafíos.
Oración:
Amado Padre Celestial, te pido que moldees mi corazón para que pueda sentir verdadera compasión como Tú la sientes. Dame la valentía para actuar cuando vea necesidad, y la sabiduría para distinguir entre la lástima superficial y el amor compasivo que transforma vidas. En el nombre de Jesús, amén.