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Cita bíblica:

Santiago 4:10 (NVI) – «Humíllense delante del Señor, y él los exaltará».

Reflexión

La humildad espiritual es un valor fundamental en la vida del creyente. Nos invita a reconocer nuestra dependencia de Dios, someternos a su voluntad y confiar en él.

La humildad espiritual se basa en reconocer nuestra condición de pecadores salvados por la gracia. Nos recuerda que todo lo que tenemos y somos es un regalo de Dios y no podemos atribuirnos el mérito. Es reconocer que nuestra sabiduría y fuerza vienen de Él.

En nuestra sociedad se suele valorar la autonomía y la realización personal. Sin embargo, la humildad espiritual nos desafía a desviarnos de este patrón y buscar la gloria de Dios en lugar de la nuestra. Nos invita a usar nuestros talentos, dones y recursos para servir a los demás, reconociendo que todas las cosas vienen de Dios y que debemos usarlas para su gloria.

Un ejemplo cotidiano de humildad espiritual puede ser el de alguien que tiene éxito en su profesión. Si bien puede atribuir su éxito a sus propios talentos y esfuerzos, elige reconocer que todo lo que ha logrado es gracias a la gracia de Dios y al apoyo de quienes lo han apoyado a lo largo del camino. Esta persona está dispuesta a humildemente, aprender de los demás y usar sus habilidades para el beneficio de los demás, dándose cuenta de que su verdadera identidad y propósito es servir a Dios y a sus semejantes.

Recuerde que la humildad espiritual es un proceso continuo en nuestra vida cristiana. A medida que nos esforzamos por cultivarla, experimentamos la gracia transformadora de Dios dentro de nosotros. Que el ejemplo de Cristo, el Hijo de Dios, que se humilló y se hizo siervo, nos inspire a ser humildes en todos los ámbitos de la vida. En nuestras oraciones, podemos pedirle al Señor que nos ayude a cultivar la humildad espiritual en nuestra vida.

Oración:

Padre celestial, te pedimos que tengas humildad. Ayúdanos a darnos cuenta de nuestra total dependencia de ti y seguir tu voluntad en todas las áreas de nuestras vidas. Permítenos ver tus bendiciones y talentos como una oportunidad para servirte a ti y a los demás, en lugar de buscar tu propia gloria. Nos enseña a aprender de los demás y a valorar a los que nos rodean. Queremos vivir una vida humilde que refleje tu amor y gracia. En el nombre de Jesús, Amén.

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