Cita bíblica:
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. – Efesios 6:12
Reflexión:
En nuestro caminar cotidiano, muchas veces observamos comportamientos inexplicables en personas a nuestro alrededor e incluso en nosotros mismos. Sin embargo, lo que no solemos percibir es la dimensión espiritual que subyace tras estas conductas. En efecto, la Escritura nos revela claramente que existe una batalla invisible que influye constantemente en nuestros pensamientos y acciones. Por consiguiente, es crucial entender que muchas personas viven bajo influencias espirituales negativas sin siquiera sospecharlo. De hecho, estos espíritus operan sigilosamente, moldeando patrones de pensamiento, provocando reacciones desproporcionadas y fomentando actitudes destructivas que parecen inexplicables desde una perspectiva meramente humana.
La Biblia nos ofrece ejemplos concretos de esta realidad espiritual. Consideremos el caso del rey Saúl, quien experimentó dramáticos cambios en su comportamiento y personalidad. En 1 Samuel 16:14 leemos: «El Espíritu del Señor se había apartado de Saúl, y un espíritu maligno enviado por el Señor lo atormentaba.» Saúl pasó de ser un líder ungido por Dios a ser atormentado por celos irracionales, intentando incluso asesinar a David repetidamente. Lo más revelador es que Saúl mismo parecía no comprender plenamente el origen de sus impulsos destructivos. Del mismo modo, en los evangelios vemos a personas que estaban bajo influencias demoníacas sin saberlo, como el hombre gadareno que vivía entre sepulcros, o aquellos que Jesús liberó sin que previamente reconocieran su condición. Estos relatos bíblicos ilustran vívidamente cómo las entidades espirituales pueden infiltrarse en la vida de las personas, alterando su comportamiento, sin que ellas mismas perciban la verdadera naturaleza de su aflicción.
Es momento de reflexionar profundamente sobre esta realidad espiritual que a menudo pasa desapercibida en nuestra sociedad racionalista. ¿Cuántos comportamientos inexplicables, patrones destructivos y actitudes negativas persistentes podrían tener un trasfondo espiritual? Lo importante es reconocer que estas influencias buscan portales de entrada a través de nuestras debilidades, traumas no sanados o pecados habituales. Cuando permitimos que la amargura, el resentimiento, la lujuria o la ira arraiguen en nuestro corazón, estamos potencialmente abriendo puertas a influencias que, sutilmente, comenzarán a dirigir nuestra conducta. La clave para nuestra protección no es el miedo, sino llenar nuestra vida con la presencia del Espíritu Santo, porque como afirma la Escritura, las tinieblas no pueden coexistir con la luz.
Como hijos de Dios, debemos aprender a discernir las influencias espirituales tanto en nosotros como en quienes nos rodean. La buena noticia es que Cristo nos ha dado autoridad sobre toda fuerza de las tinieblas. A través del poder de Su nombre y la plenitud de Su Espíritu, podemos cerrar los portales espirituales negativos y experimentar la libertad que Él prometió. Por lo tanto, busquemos constantemente ser llenos del Espíritu Santo, renovando nuestra mente con la Palabra de Dios y practicando un estilo de vida de oración y vigilancia espiritual. Además, seamos instrumentos de liberación para otros, llevando la luz de Cristo a aquellos que, sin saberlo, podrían estar bajo influencias que oscurecen su verdadera identidad en Dios. Recordemos que nuestra lucha no es contra personas, sino contra fuerzas espirituales que operan a través de ellas.
Oremos juntos:
Padre Celestial, te agradecemos por revelarnos las realidades espirituales que operan en este mundo. Abre nuestros ojos para discernir las influencias que podrían estar afectando nuestras vidas o las de quienes amamos. Por la sangre de Jesús, cerramos toda puerta espiritual que hayamos abierto conscientemente o por ignorancia. Llénanos con tu Espíritu Santo hasta que no quede espacio para ninguna influencia negativa. Danos sabiduría para reconocer las manifestaciones del enemigo y autoridad para deshacer sus obras. Usa nuestras vidas como instrumentos de liberación para aquellos que están atados sin saberlo. En el poderoso nombre de Jesús, quien vino a destruir las obras del maligno, amén.
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