Cita bíblica:
Éxodo 12:13: «La sangre les servirá de señal en las casas donde estén; y cuando yo vea la sangre, pasaré de largo»
Reflexión:
La Pascua representa el momento más trascendental de la fe cristiana. En este tiempo sagrado, conmemoramos el sacrificio supremo de Jesús en la cruz y celebramos su gloriosa resurrección. A través de estos acontecimientos, Dios manifestó su amor incondicional por la humanidad, ofreciéndonos un camino hacia la reconciliación y la vida eterna. Por tanto, la Pascua no es simplemente un recuerdo histórico, sino una realidad viva que transforma nuestro presente y redefine nuestro futuro. Sin embargo, para comprender verdaderamente su significado, debemos explorar sus raíces y reflexionar sobre cómo este acontecimiento divino continúa impactando nuestras vidas cotidianas.
La Pascua tiene profundas raíces en la historia bíblica, específicamente en el Éxodo cuando Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Cuando la décima plaga amenazaba con tomar la vida de todo primogénito, Dios instruyó a su pueblo a sacrificar un cordero sin defecto y marcar sus puertas con su sangre. «La sangre les servirá de señal en las casas donde estén; y cuando yo vea la sangre, pasaré de largo» (Éxodo 12:13). Este «pasar por alto» o «pasar de largo» es precisamente lo que significa «Pascua». Siglos después, Juan el Bautista identificaría a Jesús como «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29), estableciendo un paralelo perfecto entre aquel cordero pascual y Cristo, cuyo sacrificio nos libera de la esclavitud del pecado.
Reflexionar sobre la Pascua nos invita a contemplar el extraordinario amor divino manifestado en Cristo. El cordero pascual del Antiguo Testamento era apenas una sombra del verdadero Cordero que vendría. Jesús, siendo perfecto y sin pecado, voluntariamente cargó con nuestras transgresiones para ofrecernos libertad y vida nueva. Su muerte desgarró el velo del templo, simbolizando el acceso directo a Dios que ahora tenemos. Y su resurrección al tercer día confirmó su victoria sobre la muerte y el pecado. Esta es la esencia de la Pascua: un Dios que no permaneció distante ante nuestro sufrimiento, sino que entró en nuestra realidad para transformarla desde dentro, convirtiendo nuestra muerte espiritual en vida abundante.
La Pascua nos enseña que nuestras circunstancias más oscuras no tienen la última palabra. A través del sacrificio de Cristo, recibimos perdón, reconciliación y esperanza eterna. El mensaje pascual nos recuerda que Dios puede transformar cualquier situación, por más desesperada que parezca. Además, nos invita a vivir como personas resucitadas, dejando atrás nuestro viejo ser para caminar en novedad de vida. La Pascua no es solo un evento histórico para recordar, sino una realidad transformadora para experimentar cada día. En Cristo resucitado, tenemos la promesa de que la muerte ha sido vencida y que nuestra existencia tiene un propósito eterno que trasciende las limitaciones temporales.
Oremos Juntos:
Padre Celestial, te agradecemos por el incomparable regalo de tu Hijo. En esta temporada de Pascua, renueva nuestro asombro ante el sacrificio de Jesús y el poder de su resurrección. Ayúdanos a vivir como personas transformadas por esta verdad, reflejando tu amor y compartiendo las buenas nuevas de salvación con quienes nos rodean. Que la realidad de la Pascua moldee nuestras actitudes, decisiones y prioridades, permitiéndonos experimentar plenamente la vida abundante que Cristo vino a darnos. En el nombre del Cordero Pascual, Jesús, oramos. Amén.