Cita bíblica:
1 Samuel 2:12-13 (NTV) Ahora bien, los hijos de Elí eran unos sinvergüenzas que no le tenían respeto al SEÑOR ni a sus obligaciones sacerdotales. Cada vez que alguien ofrecía un sacrificio, los hijos de Elí enviaban a un sirviente con un tenedor grande de tres dientes. Mientras la carne del animal sacrificado aún se cocía.
Reflexión:
En nuestra vida cristiana, a menudo olvidamos la santidad de Dios y la seriedad con la que debemos acercarnos a Él. Esta reflexión nos recuerda que servir a Dios no es algo que podamos tomar a la ligera. En primer lugar, debemos recordar que Dios es santo y merece nuestro máximo respeto y reverencia. Sin embargo, con frecuencia caemos en la rutina y perdemos de vista lo sagrado de nuestra relación con Él. Nuestras oraciones se vuelven mecánicas, nuestro servicio se convierte en obligación, y nuestro culto pierde su verdadera esencia de adoración. Por consiguiente, es fundamental recordar las consecuencias de tratar lo sagrado como algo común.
La historia de Finees y Ofni nos muestra claramente cómo Dios ve el desprecio hacia lo sagrado. Estos hijos de Elí, sacerdotes del Señor, abusaban de su posición: robaban las mejores porciones de los sacrificios destinados a Dios, menospreciando las ofrendas sagradas. Además, se acostaban con las mujeres que servían a la entrada del tabernáculo. ¿El resultado? Dios pronunció un juicio severo contra ellos como leemos en 1 Samuel 3:13-14: «Le he dicho que voy a juzgar a su familia para siempre… la maldad de la familia de Elí no se expiará jamás mediante sacrificio ni ofrenda». Ambos murieron el mismo día en batalla, el Arca de la Alianza fue capturada, y al oír la noticia, su padre Elí cayó de espaldas, se rompió el cuello y murió. Su castigo fue devastador, no solo para ellos, sino para toda su familia y para Israel.
¿No es esto una advertencia para nosotros hoy? ¿Cuántas veces tratamos con ligereza las cosas de Dios? ¿Cuántas veces damos a Dios nuestras sobras y no nuestras primicias? El Señor es Dios Todopoderoso, a quien le debemos todo: nuestra vida, salvación y cada bendición. Como cristianos, estamos llamados a darle lo mejor en gratitud por todo lo que ha hecho por nosotros. Sin embargo, con frecuencia lo relegamos a un segundo plano, priorizando nuestros intereses personales, carreras, entretenimiento e incluso el ministerio mismo por encima de nuestra relación con Él. Debemos preguntarnos: ¿estamos jugando con lo sagrado?
Esta historia nos enseña que Dios toma muy en serio cómo tratamos lo que Él ha declarado santo. Cuando servimos en la iglesia, cuando adoramos, cuando manejamos Su Palabra, incluso cuando usamos Su nombre, debemos hacerlo con reverencia y temor. No se trata de legalismo, sino de un corazón que reconoce la santidad de Dios. El respeto a lo sagrado no es opcional para el creyente; es una expresión de nuestro amor y gratitud hacia Aquel que dio todo por nosotros. Restauremos en nuestras vidas el asombro por lo sagrado y acerquémonos a Dios con corazones humildes y reverentes.
Oremos Juntos:
Padre Santo, perdóname por las veces que he tratado con ligereza lo que Tú consideras sagrado. Renueva en mí un corazón de reverencia y asombro ante Tu santidad. Ayúdame a servirte con integridad y a honrarte en cada área de mi vida. Que nunca olvide el privilegio que tengo de acercarme a Ti y el alto precio que Jesús pagó para hacerlo posible. En el nombre de Cristo, amén.
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