Cita bíblica:
Proverbios 31:10 nos pregunta: «¿Quién hallará una mujer virtuosa? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.»
Reflexión:
Esta profunda interrogante nos invita a reflexionar sobre el valor incalculable que Dios otorga a la mujer. En un mundo donde frecuentemente se mide el valor por apariencias externas o logros materiales, la Palabra de Dios nos recuerda que la verdadera valía de una mujer radica en su carácter, su corazón y su fidelidad. La mujer virtuosa es comparada con tesoros preciosos, no por su belleza física o riqueza, sino por cualidades que trascienden lo superficial: su temor a Dios, su sabiduría, su bondad y su diligencia.
La Biblia está llena de ejemplos de mujeres extraordinarias que encarnan estas virtudes. Pensemos en Rut, una mujer extranjera que demostró lealtad inquebrantable hacia su suegra Noemí, declarando: «Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.» Su fidelidad y trabajo diligente no pasaron desapercibidos ante los ojos de Dios, quien la recompensó con un nuevo comienzo, un esposo amoroso en Booz, y un lugar en la genealogía del Mesías. O consideremos a Débora, quien con valentía y sabiduría lideró a Israel como jueza y profetisa en tiempos de crisis. Estas mujeres no brillaron por su posición social o belleza, sino por su carácter íntegro y su fe inquebrantable en momentos difíciles.
Querida mujer, hoy quiero recordarte que eres un instrumento precioso en las manos de Dios. En cada etapa de tu vida—como hija, hermana, amiga, esposa, madre o abuela—Él ha depositado en ti dones y talentos únicos. Quizás has atravesado pruebas que parecían imposibles de superar, pero aquí estás, de pie, sostenida por la mano amorosa del Señor. Es tiempo de que comiences a verte como Dios te ve: su princesa amada, creada con un propósito divino desde el principio. Recuerda que fuiste diseñada para dar vida, no solo físicamente sino también espiritualmente, llevando esperanza y amor a quienes te rodean. Eres valiosa, eres amada con amor eterno.
La mujer descrita en Proverbios 31 no es un estándar inalcanzable, sino un recordatorio del potencial que Dios ha puesto en cada mujer. Ella trabaja con alegría, habla con sabiduría, extiende sus manos al necesitado y administra con prudencia. Pero más importante aún, «la mujer que teme a Jehová, esa será alabada». Este es el fundamento de toda virtud: una relación íntima con el Creador. Cuando una mujer ancla su identidad en Cristo, descubre su verdadero valor, no en cumplir expectativas externas, sino en reflejar el carácter de Dios en todo lo que hace. Cada acto de amor, cada palabra de sabiduría, cada momento de fortaleza en medio de la adversidad es un testimonio del poder transformador de Dios obrando en ella.
Oremos Juntos:
Padre Celestial, te damos gracias por la belleza y el valor que has depositado en cada mujer. Gracias porque nos has creado a tu imagen, con propósito y dignidad. Te pedimos que cada mujer que lea estas palabras pueda verse a través de tus ojos de amor, reconociendo su valor inestimable. Fortalécelas en momentos de debilidad, guíalas con tu sabiduría y llénalas de tu gracia para que puedan cumplir el propósito para el cual las creaste. Que sus vidas sean un reflejo de tu amor y tu gloria. En el nombre de Jesús. Amén.
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