Devocional 22 de Septiembre de 2025: «Sinceridad con Jesús: Encontrando Libertad en la Transparencia.»

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Cita bíblica:

Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. (Juan 11:32)

Reflexión:

En un mundo donde las apariencias a menudo dominan nuestras interacciones, la sinceridad se ha convertido en un tesoro escaso. Sin embargo, en nuestra relación con Jesús, la sinceridad no es solo valiosa, sino esencial. A menudo nos acercamos a Dios con oraciones ensayadas y palabras vacías, mientras escondemos lo que verdaderamente habita en nuestro corazón. No obstante, el Señor anhela que nos presentemos ante Él tal como somos, con nuestras heridas expuestas, nuestras dudas sinceras y nuestros temores revelados. En este espacio de vulnerabilidad es donde experimentamos el verdadero poder sanador de Su presencia.

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Recordemos la conmovedora historia de María, hermana de Lázaro. Cuando Jesús finalmente llegó a Betania, Lázaro llevaba cuatro días en el sepulcro. María, desgarrada por el dolor, corrió hacia Él y, sin filtros ni pretensiones, exclamó: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto» (Juan 11:32). No ocultó su dolor, no disfrazó su decepción. Con lágrimas corriendo por sus mejillas y el corazón destrozado, expresó lo que sentía: que Jesús había llegado demasiado tarde. Su sinceridad conmovió profundamente al Maestro, tanto que «Jesús lloró» (v.35). Este momento de transparencia precedió al mayor milagro: la resurrección de Lázaro, demostrando que nuestra sinceridad abre puertas a lo sobrenatural.

¿Te has sincerado realmente con Jesús? Reflexiona: ¿Cuántas veces has recitado oraciones que suenan bonitas pero no reflejan tu realidad? El Salvador no necesita palabras refinadas; anhela tu corazón desnudo. Aunque Él conoce cada rincón de tu ser, desea escucharlo de tus labios, no por información, sino por conexión. La sinceridad rompe barreras y construye intimidad. Cuando verbalizas tus luchas, dudas y anhelos más profundos, permites que Su luz penetre tus áreas más oscuras. La pregunta no es si Él sabe; es si tú estás dispuesto a admitirlo.

La transparencia con Cristo nos libera del agotador trabajo de mantener apariencias. Al igual que María, cuando expresamos abiertamente nuestras decepciones y preguntas, no alejamos a Jesús; lo acercamos más a nuestra experiencia humana. Él no se ofende con nuestra sinceridad; se conmueve por ella. Este es el paradójico poder de la vulnerabilidad espiritual: en nuestra debilidad confesada encontramos Su fortaleza perfecta. La sinceridad no solo transforma nuestra relación con Dios, sino que también revoluciona nuestro interior, liberándonos del peso de las máscaras que llevamos. Aprendemos que somos amados no por nuestra perfección, sino a pesar de nuestra evidente imperfección.

Oremos juntos:

Amado Jesús, perdóname por las veces que he venido a ti con palabras vacías y corazón distante. Hoy decido ser completamente sincero contigo. Aquí están mis dudas, mis heridas, mis fracasos y mis sueños. No quiero esconder nada. Gracias porque puedo ser real en tu presencia sin temor al rechazo. Enséñame a vivir en esa transparencia cada día, sabiendo que tu amor por mí no depende de mi desempeño sino de tu gracia. En tu precioso nombre, amén.

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