Cita bíblica:
Proverbios 3:5-6: «Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.»
Reflexión:
Entregar algo a Dios mientras seguimos aferrados a ello es como intentar regalar un objeto sin soltar nuestras manos de él. Por un lado, proclamamos nuestra confianza en el Señor; por otro, nuestras acciones revelan nuestra verdadera lucha interior. Sin embargo, la Palabra nos invita a una confianza completa y genuina. Cuando realmente entregamos nuestras preocupaciones, decisiones y circunstancias al Padre Celestial, experimentamos una libertad incomparable. No obstante, esta entrega no es un acto momentáneo, sino un proceso diario que requiere renovar constantemente nuestra decisión de confiar. A medida que aprendemos a soltar el control, descubrimos que Sus soluciones son infinitamente superiores a nuestros mejores esfuerzos.
Abraham nos brinda un poderoso ejemplo de esta verdad. Cuando Dios le pidió que dejara su tierra y partiera hacia un lugar desconocido, Abraham confió y obedeció (Génesis 12:1-4). Más adelante, enfrentó la prueba suprema al ser llamado a ofrecer a su hijo Isaac como sacrificio (Génesis 22). En ambas situaciones, Abraham tuvo que elegir entre aferrarse a lo que conocía o entregarlo completamente a Dios. Su fe fue puesta a prueba repetidamente, y aunque no fue perfecto, demostró lo que significa confiar verdaderamente. Al soltar el control sobre sus planes y su hijo amado, Abraham experimentó la fidelidad de Dios de maneras milagrosas. El Señor no solo cumplió Su promesa de hacer de él una gran nación, sino que también proveyó un sustituto para Isaac, revelando así Su carácter como Jehová-jireh, «el Señor proveerá».
Reflexionemos: ¿Cuántas veces decimos «Señor, te entrego esto», pero seguimos angustiados, temiendo y controlando? Cuando dejamos algo en manos de Dios, debemos renunciar a nuestra necesidad de controlar el resultado, los tiempos y métodos. Dios no necesita nuestra ayuda; Él solo necesita nuestra fe. Es el Dios de lo imposible, capaz de hacer infinitamente más de lo que podemos imaginar. Confiar tampoco significa quedarnos de brazos cruzados; nos corresponde esforzarnos, ser valientes y obedecer, porque confiar es entender que los resultados dependen de Dios y no de nosotros. ¿Tienes algo que necesitas dejar en manos de Dios hoy? Para lograrlo, identifica qué aspectos sigues intentando controlar, reconoce tus límites humanos, y cada día renueva conscientemente tu decisión de confiar plenamente en Él.
La verdadera confianza en Dios es revolucionaria porque transforma nuestra perspectiva y libera nuestro espíritu. Cuando finalmente soltamos el control y permitimos que Dios sea Dios, experimentamos una paz que sobrepasa todo entendimiento. Este acto de fe no es señal de debilidad, sino de profunda sabiduría, pues reconocemos que estamos en las manos del Creador del universo. Los caminos de Dios son más altos que los nuestros, y Sus pensamientos superan nuestra comprensión. Al aprender a entregar completamente nuestras cargas, descubrimos que el Señor es fiel para cumplir Sus promesas y guiarnos por sendas de justicia por amor a Su nombre. La verdadera libertad comienza cuando dejamos de intentar ser nuestros propios dioses.
Oremos Juntos:
Padre Celestial, perdóname por las veces que he dicho que confío en Ti mientras seguía aferrado a mis propios planes y soluciones. Hoy, con humildad, abro mis manos y te entrego todo lo que he estado intentando controlar. Ayúdame a reconocer cuando estoy retomando el control y dame la valentía para soltarlo nuevamente. Renueva mi mente para que pueda descansar en Tu perfecta voluntad, sabiendo que Tus caminos son mejores que los míos. En el nombre de Jesús, amén.