Cita bíblica:
Santiago 1:2-3: «Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.»
Reflexión:
La vida cristiana a menudo sigue un patrón paradójico: cuanto más nos acercamos a Dios, más resistencia parecemos encontrar. Es como si el enemigo sonara una alarma cuando damos pasos decididos hacia una mayor intimidad con Cristo. Sin embargo, esta realidad no debería sorprendernos. De hecho, las pruebas que enfrentamos después de comprometernos más profundamente con Dios son, en cierto modo, una confirmación de que nos estamos moviendo en la dirección correcta. El adversario no pierde tiempo atacando lo que no representa una amenaza. Por lo tanto, cuando experimentamos mayor oposición después de renovar nuestro compromiso con el Señor, podemos entender que estamos causando estragos en el reino de las tinieblas.
La historia de Job nos ofrece un poderoso ejemplo de esta verdad. Era un hombre «perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal» (Job 1:1). Precisamente por su integridad, Satanás lo señaló específicamente para atacarlo. Notemos que el enemigo no se molestó en atacar a personas menos comprometidas; fue directamente contra aquel cuya fe representaba una amenaza mayor. Job perdió su salud, sus riquezas y sus hijos en rápida sucesión. Sin embargo, a través de esta terrible prueba, su fe se profundizó y su testimonio resplandece hasta nuestros días. Su experiencia nos enseña que a menudo es nuestra fidelidad, no nuestra debilidad, lo que atrae la atención del adversario.
Reflexionemos por un momento: ¿por qué el enemigo se ensaña particularmente contra aquellos que están creciendo en Cristo? Porque una vida transformada es el testimonio más poderoso del evangelio. Cuando damos fruto para Dios, exponemos la mentira del enemigo de que seguir a Cristo no vale la pena. Por eso, nunca debemos juzgar a quien atraviesa profundas crisis. Quizás sus luchas no sean señal de debilidad espiritual sino evidencia de un compromiso que amenaza los planes del adversario. La intensidad del ataque a menudo revela la importancia estratégica de quien es atacado.
¿Qué podemos aprender de esta realidad? Primero, que las dificultades después de un nuevo compromiso con Dios deben interpretarse correctamente: no como señal de abandono divino sino como confirmación de que estamos en el camino correcto. Segundo, que la resistencia espiritual requiere preparación. Al igual que un atleta anticipa el dolor del entrenamiento, nosotros debemos anticipar la oposición y fortalecernos en la Palabra y la oración. Finalmente, recordemos que estas pruebas, aunque dolorosas, son temporales, mientras que el carácter que desarrollan en nosotros tiene valor eterno. Como afirma Pablo: «Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria» (2 Corintios 4:17).
Oremos Juntos:
Padre Celestial, reconozco que el camino del discípulo no está exento de dificultades. Cuando enfrente mayor oposición al acercarme más a ti, dame la sabiduría para interpretarla correctamente. Fortalece mi fe para permanecer firme, sabiendo que estás obrando a través de estas pruebas para mi bien y tu gloria. Que cada obstáculo me impulse a depender más profundamente de tu gracia. En el nombre de Jesús, amén.