Cita bíblica:
Marcos 4:24: “Presten mucha atención a lo que oyen. Cuanto más atentamente escuchen, tanto más entendimiento les será dado, y se les dará aún más”.
Reflexión:
En nuestra vida cristiana, enfrentamos diversas batallas espirituales, y una de las más sutiles ocurre a través de lo que escuchamos. Marcos 4:24 nos advierte: «Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís». Este pasaje no solo habla de cómo recibimos la Palabra, sino también de la importancia de filtrar lo que permitimos entrar por nuestros oídos. Por lo tanto, debemos estar alertas, ya que el desánimo frecuentemente penetra nuestro corazón a través de las palabras negativas que escuchamos, debilitando nuestra fe y alejándonos del propósito divino.
Recordemos la historia de los doce espías enviados por Moisés a explorar la tierra prometida. Mientras Josué y Caleb regresaron confiados en que Dios les daría la victoria sobre los habitantes de Canaán, los otros diez trajeron un reporte lleno de temor. En Números 13:32-33, estos espías describieron la tierra como «devoradora de sus moradores» y a sus habitantes como gigantes frente a quienes «éramos como langostas». Al escuchar estas palabras desalentadoras, el pueblo entero se lamentó toda la noche y decidió regresar a Egipto. Por escuchar voces de temor y no la promesa divina, esa generación perdió la bendición de entrar a la tierra prometida, condenándose a vagar cuarenta años en el desierto.
¿Qué estamos permitiendo entrar por nuestros oídos hoy? Las palabras tienen un poder extraordinario para crear imágenes mentales que pueden edificar o destruir nuestra fe. Cuando prestamos atención a voces negativas, críticas destructivas o pronósticos pesimistas, estamos sembrando semillas de desánimo en nuestro corazón. Debemos aprender a filtrar lo que escuchamos, rechazando aquello que contradice las promesas de Dios y abrazando palabras de fe, esperanza y verdad. Nuestra capacidad para permanecer firmes en la adversidad depende en gran medida de las voces a las que damos autoridad en nuestra vida.
La batalla por nuestra mente comienza con lo que permitimos entrar por nuestros oídos. Por eso, Pablo nos exhorta en Filipenses 4:8 a pensar en «todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre». Necesitamos rodearnos de personas que hablen vida y no muerte sobre nuestros sueños, alimentarnos diariamente con la Palabra de Dios que es nuestra defensa contra el desánimo, y practicar el discernimiento espiritual para reconocer cuando el enemigo intenta desanimarnos a través de lo que escuchamos. Que nuestros oídos sean puertas abiertas para la verdad divina y fortalezas cerradas contra las mentiras del enemigo.
Oremos Juntos:
Padre Celestial, te pido que guardes mis oídos y mi corazón de toda palabra que no venga de ti. Dame discernimiento para filtrar lo que escucho, rechazando el desánimo y abrazando tu verdad. Que tu Palabra sea siempre la voz más fuerte en mi vida, silenciando los temores y las dudas. En el nombre de Jesús, amén.
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