Cita bíblica:
Efesios 2:10 «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas»
Reflexión:
En un mundo que constantemente intenta definir quiénes somos, a menudo olvidamos la verdad más fundamental de todas: nuestra identidad está arraigada en Dios. En Efesios 2:10 encontramos esta poderosa afirmación: «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.» Esta escritura nos recuerda que no somos accidentes cósmicos ni errores de la naturaleza. Por el contrario, somos creaciones intencionales, diseñadas con propósito divino y valor inmensurable. A pesar de esto, muchos de nosotros luchamos con sentimientos de insuficiencia, como si nuestras vidas fueran un error o una casualidad sin significado.
La historia de Jefté en el libro de Jueces nos ofrece un poderoso ejemplo de esta verdad. Nacido de una prostituta y rechazado por sus propios hermanos, Jefté experimentó el dolor del abandono y la vergüenza desde su nacimiento. Sin embargo, Dios vio más allá de sus orígenes y circunstancias. En Jueces 11, vemos cómo este hombre marginado fue llamado para liderar a Israel en batalla contra los amonitas. A pesar de su pasado doloroso, Dios lo eligió específicamente para este momento crítico. Jefté no solo aceptó el llamado, sino que guió a Israel hacia una victoria decisiva. Su vida es un testimonio de que nuestros orígenes no determinan nuestro destino, y que en las manos de Dios, incluso aquellos que el mundo considera «errores» pueden convertirse en instrumentos poderosos de Su propósito.
Te invito a reflexionar profundamente sobre esta verdad: fuiste creado por Dios, no eres un error. El sacrificio de Jesús en la cruz habla del valor inmenso que tienes ante Sus ojos. Él te escogió antes de la fundación del mundo. Fuiste redimido a un precio incalculable, lo que significa que eres profundamente amado. La gracia que se te ha mostrado no es casual, sino intencional para tu salvación. Y más allá de tu pasado o presente, Dios tiene un futuro preparado para ti porque eres Su hijo amado. Esta identidad trasciende cualquier etiqueta que otros te hayan impuesto o que tú mismo hayas aceptado.
Cuando abrazamos nuestra verdadera identidad en Cristo, experimentamos una transformación profunda. Ya no estamos a merced de las opiniones cambiantes del mundo ni de nuestras propias inseguridades. Comenzamos a vivir desde un lugar de seguridad, sabiendo que nuestro valor no depende de nuestros logros, apariencia o aceptación social. Como hijos de Dios, podemos caminar con confianza, no porque seamos perfectos, sino porque somos perfectamente amados. Esta verdad nos libera para vivir con propósito, para servir sin temor y para amar sin reservas. Nuestra identidad en Cristo no es simplemente un concepto teológico, sino una realidad viviente que redefine cada aspecto de nuestra existencia.
Oremos Juntos:
Padre Celestial, gracias porque me creaste con propósito y amor. Perdóname por las veces que he creído la mentira de que soy un error o que mi vida carece de valor. Ayúdame a abrazar plenamente mi identidad como tu hijo amado. Que pueda vivir cada día desde la seguridad de tu amor, caminando en los propósitos que has preparado para mí. En el nombre de Jesús, amén.
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