Cita bíblica:
Isaías 43:19: «He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.»
Reflexión:
En nuestro caminar diario, frecuentemente nos encontramos ante situaciones que parecen imposibles de cambiar. Sin embargo, es precisamente en estos momentos cuando debemos recordar que servimos a un Dios de transformaciones extraordinarias. Al igual que un artista que toma un lienzo en blanco y crea una obra maestra, nuestro Señor tiene el poder de tomar las circunstancias más desafiantes y convertirlas en testimonios de Su gloria.
El valle de los huesos secos en Ezequiel 37 nos presenta una de las más poderosas demostraciones del poder transformador de Dios. En esta visión, Ezequiel se encuentra ante un valle lleno de huesos secos, completamente sin vida. Cuando Dios le pregunta si estos huesos pueden vivir, Ezequiel responde con humildad: «Señor, tú lo sabes». Paso a paso, vemos cómo Dios restaura estos huesos, añadiendo tendones, carne y piel, hasta finalmente soplar Su aliento de vida en ellos, transformándolos en un ejército viviente.
¿Cuántas veces hemos mirado nuestras circunstancias y las hemos declarado imposibles? Tal vez tu matrimonio parece estar en ruinas, tu ministerio parece estéril, o tu vida espiritual se siente seca como aquellos huesos. Pero recuerda: el mismo Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos puede traer vida nueva a cualquier situación. No subestimes el poder transformador de Dios.
El poder transformador de Dios no conoce límites. Cuando permitimos que Él obre en nuestras vidas, no hay situación demasiado difícil, no hay herida demasiado profunda, no hay problema demasiado grande que Él no pueda transformar. Su poder no solo cambia circunstancias, sino que nos cambia desde adentro hacia afuera, renovando nuestra mente y corazón.
Oremos Juntos:
«Padre Celestial, reconocemos tu poder transformador en nuestras vidas. Te pedimos que toques aquellas áreas que necesitan tu toque divino. Transfórmanos según tu voluntad y ayúdanos a confiar en tu poder restaurador. En el nombre de Jesús, amén.»