Cita bíblica:
Éxodo 34:6 [6]El Señor pasó por delante de Moisés proclamando: «¡Yahveh! ¡El Señor! ¡El Dios de compasión y misericordia! Soy lento para enojarme y estoy lleno de amor inagotable y fidelidad.
Reflexión:
En medio de un mundo que parece estar patas arriba, donde las noticias nos abruman y la incertidumbre nos rodea, existe una verdad inmutable: la misericordia de Dios. Cuando observamos Éxodo 34:6, encontramos una revelación extraordinaria del carácter de Dios, donde Él mismo se presenta ante Moisés como un Dios compasivo y misericordioso. Esta descripción no es casual, sino que refleja la esencia misma de nuestro Creador, quien en su infinita bondad, elige ser paciente con nosotros, manifestando un amor que trasciende nuestras limitaciones y debilidades humanas.
La historia del pueblo de Israel es un testimonio vivo de la misericordia inquebrantable de Dios. Desde la adoración al becerro de oro hasta los repetidos ciclos de desobediencia durante el período de los jueces, Israel constantemente se desviaba del camino. Sin embargo, Dios nunca los abandonó. Cuando adoraron a Baal, Él envió profetas. Cuando cayeron en la idolatría bajo Salomón, Dios mantuvo Su promesa. Incluso durante el exilio babilónico, cuando parecía que todo estaba perdido, Dios preservó un remanente y los restauró a su tierra. Esta paciencia divina demuestra que Su misericordia supera nuestra infidelidad.
¿Cuántas veces nos hemos alejado de Dios persiguiendo nuestros propios deseos? Sin embargo, al igual que un padre amoroso, Él espera pacientemente nuestro retorno. Su deseo más profundo es que nadie se pierda, que todos lleguemos al conocimiento de la verdad. Esta realidad debe transformar nuestra perspectiva: no importa cuán lejos nos hayamos desviado, Su amor permanece constante, Sus brazos están abiertos, esperando nuestro regreso al hogar espiritual.
La misericordia de Dios no es solo un atributo divino, es una invitación constante a experimentar Su amor transformador. En un mundo que parece desmoronarse, Su misericordia permanece como un faro de esperanza. Esta verdad nos desafía a vivir diferente, a extender esa misma misericordia a otros, reconociendo que si Dios es tan paciente con nosotros, ¿Quiénes somos nosotros para no serlo con nuestro prójimo? Su misericordia nos recuerda que siempre hay esperanza, siempre hay un nuevo comienzo.
ORACIÓN:
«Padre Celestial, gracias por tu misericordia infinita que nos sostiene cada día. Perdónanos por las veces que nos hemos alejado de ti. Ayúdanos a comprender la profundidad de tu amor y a vivir como testimonios de tu gracia. Que podamos extender a otros la misma misericordia que tú nos muestras. En el nombre de Jesús, amén.»