Cita bíblica:
«Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.» – Romanos 8:13
Reflexión:
Cuando permitimos que la carne gobierne nuestras vidas, nos convertimos en esclavos de nuestros impulsos y deseos pecaminosos. Este dominio carnal no solo afecta nuestra relación con Dios, sino que también contamina nuestro testimonio ante el mundo. La Palabra nos advierte claramente que vivir bajo el gobierno de la carne nos lleva a la muerte espiritual, mientras que someternos al Espíritu nos conduce a la vida abundante que Cristo prometió.
Consideremos la vida del rey Saúl, quien comenzó su reinado con humildad y el favor de Dios, pero gradualmente permitió que la carne gobernara sus decisiones. Su desobediencia, celos hacia David y búsqueda de gloria personal lo llevaron a perder el reino y, lo más trágico, el favor de Dios. En contraste, David, aunque también pecó, mantuvo un corazón sensible al Espíritu y buscó constantemente el arrepentimiento y la restauración de su comunión con Dios.
¿Cuántas veces hemos permitido que nuestras reacciones carnales dañen nuestro testimonio cristiano? Cuando enfrentamos pruebas o conflictos, lo que hay en nuestro interior sale a la superficie. Si estamos llenos del Espíritu Santo, manifestaremos Su fruto; pero si la carne nos gobierna, exhibiremos actitudes y comportamientos que deshonran el nombre de Cristo. Es tiempo de examinar quién está verdaderamente en control de nuestra vida.
El gobierno de la carne es una batalla diaria que solo podemos vencer a través del poder del Espíritu Santo. Debemos tomar la decisión consciente de morir a nuestros deseos carnales y permitir que Cristo reine supremo en cada área de nuestra vida. La victoria es posible cuando nos sometemos completamente a Su señorío y vivimos en constante dependencia de Su gracia transformadora.
ORACIÓN:
«Padre Celestial, reconocemos que muchas veces hemos permitido que la carne gobierne nuestras decisiones y acciones. Perdónanos y ayúdanos a vivir en la victoria que Cristo ya ganó por nosotros. Que Tu Espíritu Santo tenga el control total de nuestra vida, para que nuestro testimonio refleje Tu gloria. En el nombre de Jesús, amén.
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