Cita bíblica:
Números 23:19 Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?
Reflexión:
En los momentos más oscuros de nuestra vida, cuando parece que todo se derrumba a nuestro alrededor, es natural cuestionarnos: ¿cómo seguir creyendo en Dios? Sin embargo, es precisamente en estos instantes cuando debemos recordar la inmutabilidad de nuestro Creador. Números 23:19 nos recuerda poderosamente que Dios no es como nosotros; Él no miente ni cambia de parecer. Sus promesas son inquebrantables, y Su palabra es ley en el universo. Cuando Dios habla, el cumplimiento de Su palabra es tan seguro como el amanecer después de la noche más larga.
La historia de Mefiboset es un testimonio conmovedor de la fidelidad de Dios en medio de la adversidad. Hijo de Jonatán y nieto del rey Saúl, Mefiboset quedó lisiado a los cinco años cuando su nodriza, huyendo tras la muerte de Saúl y Jonatán, lo dejó caer. Abandonado y olvidado, parecía que su vida estaba destinada a la miseria. Sin embargo, Dios no lo había olvidado. Años después, el rey David, recordando su pacto con Jonatán, buscó a Mefiboset y lo trajo a su palacio. Pero la bondad de Dios no terminó ahí. Puso a Makir, un hombre de bien, para que cuidara de Mefiboset en Lodebar, asegurando su bienestar incluso antes de que David lo encontrara.
Reflexionemos: cuando el día malo llega y la vida cambia en un instante, ¿cómo reaccionamos? La tentación de entregarnos a la desesperación es fuerte, pero como creyentes, tenemos una alternativa poderosa. En lugar de sucumbir a los vicios o al desánimo, podemos crear un altar en nuestro corazón, un lugar de encuentro con Dios. Recordemos que, así como hizo con Mefiboset, Dios puede estar preparando a un «Makir» para cuidarnos, incluso cuando no podemos ver Su mano obrando. La fe no es la ausencia de problemas, sino la confianza en que Dios está con nosotros en medio de ellos.
En conclusión, los días malos son inevitables, pero nuestra respuesta a ellos define nuestro caminar con Dios. Cuando elegimos confiar en la inmutabilidad de Dios, en Su palabra que nunca falla, encontramos una roca firme en medio de la tormenta. La historia de Mefiboset nos recuerda que Dios ve más allá de nuestras circunstancias actuales y tiene un plan de restauración y bendición. Que en los momentos de duda, podamos aferrarnos a la verdad de que Dios es fiel, que Sus promesas son seguras, y que Su amor por nosotros es inquebrantable, sin importar cuán difícil sea el camino.
Oración:
Padre celestial, en los momentos de oscuridad y duda, ayúdanos a recordar Tu fidelidad. Que Tu palabra sea nuestra ancla y Tu amor nuestra fortaleza. Como cuidaste de Mefiboset, cuida de nosotros. Danos la fe para ver Tu mano obrando, incluso cuando no entendemos. En el nombre de Jesús, amén.