Cita bíblica:
Salmos 71:20
Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males, Volverás a darme vida, Y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra.
Reflexión:
La vida nos lleva a enfrentar momentos de dolor, pero es crucial distinguir entre el dolor físico y la tristeza emocional. El dolor, aunque inevitable, no tiene que desembocar en tristeza. La tristeza es una respuesta emocional que surge cuando interpretamos el dolor como un final, una pérdida irremediable. Sin embargo, al recordar las palabras del salmista en Salmos 71:20, encontramos que, aunque hayamos visto muchas angustias y males, Dios promete restaurarnos y levantarnos de los abismos. En medio del dolor, no permitas que la tristeza controle tu corazón. En cambio, busca a Dios, quien te dará la fortaleza para transformar el dolor en una fuente de crecimiento espiritual.
Consideremos la historia de Job, un hombre justo que experimentó dolor y sufrimiento más allá de lo imaginable. Perdió a sus hijos, su salud, y sus posesiones. Sin embargo, aunque su dolor era profundo, Job no dejó que la tristeza definiera su fe. En lugar de sumirse en la desesperación, Job mantuvo su esperanza en Dios, quien finalmente lo restauró y le dio el doble de lo que había perdido. Este ejemplo nos muestra que, aunque el dolor puede ser intenso, no tiene que llevarnos a la tristeza. Podemos elegir confiar en la promesa de Dios de que, aunque pasemos por el fuego, Él nos levantará y nos dará vida nuevamente.
Cuando enfrentamos dolor, la reacción natural puede ser caer en la tristeza. Sin embargo, la tristeza es una interpretación que podemos controlar. El dolor es real, pero la tristeza es una decisión que tomamos al perder la esperanza. Dios nos llama a confiar en Él, incluso en medio del dolor. No permitas que la tristeza tome el control de tus emociones. En cambio, confía en que Dios está contigo, listo para levantarte y darte nueva vida.
El dolor es inevitable en esta vida, pero no tiene que llevarnos a la tristeza. Al igual que Job, podemos elegir mantener nuestra fe en Dios, sabiendo que Él es fiel para restaurarnos y levantarnos de los abismos. No te rindas al dolor ni permitas que la tristeza te venza. Busca la fortaleza en Dios, quien promete darte vida y esperanza más allá de cualquier sufrimiento.