Cita bíblica:
Reflexión:
Reflexionemos sobre el regalo maravilloso que nos dejó nuestro Salvador antes de partir de este mundo físico. Recordemos la Última Cena que Jesús compartió con sus discípulos, un momento de profunda intimidad y enseñanza. En medio de la mesa, Jesús les habló sobre su partida inminente, pero también les aseguró que no los dejaría solos. Les prometió enviarles otro Consolador, el Espíritu Santo, quien estaría con ellos para siempre.
¡Qué hermosa promesa nos dejó nuestro Señor! En medio de la incertidumbre y el dolor, Jesús nos aseguró que no nos dejaría desamparados. El Espíritu Santo, esa preciosa manifestación del amor de Dios, sería nuestro compañero fiel en la vida cristiana. Nos consolaría en momentos de tristeza, nos guiaría en la verdad y nos daría fortaleza en medio de las pruebas.
Hoy, recordemos con gratitud el regalo del Espíritu Santo en nuestras vidas. Es nuestro ancla en tiempos de tempestad, nuestra luz en la oscuridad y nuestro consuelo en el dolor. Confiemos en la promesa de Jesús de que el Espíritu Santo está con nosotros, trabajando en nuestras vidas de maneras que a menudo no podemos entender.
Que esta reflexión nos lleve a renovar nuestra confianza en la presencia constante del Espíritu Santo en nuestras vidas. Que nos inspire a buscar su guía, consuelo y fortaleza en cada paso del camino. Y que, en todo momento, podamos glorificar al Señor por su amor inagotable y su provisión constante.
En conclusión, recordemos las palabras de Jesús: «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre» (Juan 14:16). Que esta promesa nos llene de esperanza y nos recuerde que, en medio de todas las circunstancias, tenemos al Espíritu Santo como nuestro compañero fiel. ¡Gloria a Dios por su amor eterno y su presencia constante en nuestras vidas!
Oración:
Amado Padre celestial, gracias por tu amor y tu gracia. Gracias por enviarnos al Espíritu Santo como nuestro Consolador y nuestro guía. Ayúdanos a confiar en tu promesa de que nunca nos dejarás ni nos abandonarás, y danos la fuerza y la sabiduría para seguir adelante en la fe. En el nombre de Jesús, Amén.
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