Cita bíblica:
«Bienaventurada la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él escogió como heredad para sí.» (Salmos 33:12)
Reflexión
En un mundo lleno de pruebas y adversidades, es fundamental recordar que como cristianos tenemos un llamado especial. Dios desea establecer una nación conforme a Su propio corazón, un pueblo que refleje Su amor, justicia y misericordia en todos los aspectos de la vida. Este no es un deber exclusivo de los gobernantes o líderes políticos, sino un compromiso de todos los creyentes en Cristo.
Convertirse en una nación agradable a Dios implica vivir de acuerdo con sus mandamientos y principios, buscando siempre la justicia, la reconciliación y la paz. Es un llamado a ser un luz en medio de la oscuridad, a amar al prójimo como a nosotros mismos y a promover la unidad y el respeto mutuo.
En nuestra vida diaria, esto se refleja en cada interacción, cada decisión que tomamos y cada palabra que decimos. Esta es una oportunidad para demostrar el amor de Dios en nuestras relaciones familiares, en el trabajo, en nuestra comunidad y en nuestra participación en la vida política y social.
Imagina una nación donde los líderes se guían por la sabiduría divina, donde prevalece la justicia y donde se valoran la dignidad y los derechos de cada individuo. Una nación donde se fortalezcan las familias, se proteja a los pobres y se cultiven los valores morales. Es una visión inspiradora y desafiante a la vez, pero no inalcanzable si seguimos la guía del Espíritu Santo.
Remos Juntos…
Oración:
Padre amado, te pedimos que nos ayudes a ser una nación que te agrade. Renueva nuestras mentes y transforma nuestros corazones para que vivamos de acuerdo a tus principios y propósitos. Danos el coraje y la sabiduría para ser agentes de cambio en nuestro entorno. Que tu amor y tu gracia nos ayuden a amar y servir a los demás, y que tu Espíritu Santo nos guíe siempre. En el nombre de Jesús, Amén.