Cita bíblica:
Salmo 34:18 – «Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu.»
Reflexión:
Cuando el dolor nos abruma, suele aparecer la tentación de alejarnos de Dios. Sin embargo, es precisamente en esos momentos cuando más necesitamos mantenernos conectados a Él. A menudo, el sufrimiento puede nublar nuestra perspectiva espiritual, haciéndonos cuestionar el amor de Dios o incluso su presencia. No obstante, la Escritura nos enseña que Dios está especialmente cerca de los quebrantados de corazón. Por lo tanto, aunque sintamos que el dolor es insoportable, es fundamental conservar nuestra conexión con nuestro Padre celestial, quien nunca nos abandona, incluso cuando no entendemos sus caminos.
Job nos ofrece quizás el ejemplo más poderoso de mantener la fe en medio del sufrimiento extremo. Este hombre justo lo perdió todo: sus posesiones, sus hijos e hijas, y hasta su salud. Sus amigos, lejos de consolarlo, lo acusaron de haber pecado contra Dios. Su propia esposa le sugirió que maldijera a Dios y muriera. Sin embargo, en medio de una angustia indescriptible, Job declaró: «Yo sé que mi Redentor vive» (Job 19:25). A pesar de no recibir respuestas inmediatas y de no entender por qué sufría, Job se negó a desconectarse de Dios. Su historia nos muestra que podemos mantener nuestra integridad espiritual incluso cuando el dolor parece insoportable.
Querido lector, ¿has considerado cómo reaccionas cuando el dolor toca a tu puerta? Es fácil alabar a Dios cuando todo va bien, pero el verdadero carácter de nuestra fe se revela en los valles oscuros. Cuando no recibimos las respuestas que esperamos o cuando Dios parece silencioso, es precisamente entonces cuando debemos aferrarnos con mayor determinación a sus promesas. Recuerda que mantenerte conectado a Dios durante tus pruebas no solo fortalece tu espíritu, sino que también testifica poderosamente a quienes te rodean sobre la autenticidad de tu fe.
El enemigo comprende perfectamente que si logra separarte de Dios durante tus momentos de dolor, habrá ganado una batalla crucial. Por eso, utiliza el desánimo, la amargura y la desesperación como armas para erosionar tu confianza en el Señor. Sin embargo, es importante recordar que nuestra fuerza espiritual proviene directamente de mantener nuestra conexión con Dios. Como la rama que permanece en la vid, solo podemos producir fruto si seguimos unidos a Cristo (Juan 15:5). Incluso cuando nuestras oraciones parecen chocar contra un cielo de bronce, podemos estar seguros de que Dios está trabajando, quizás no como esperamos, pero siempre para nuestro bien eterno.
Oremos juntos:
Padre Celestial, en los momentos cuando el dolor parece consumirme y no entiendo tus caminos, ayúdame a mantenerme conectado a ti. Cuando el enemigo susurre dudas en mi oído y la tentación de alejarme sea fuerte, recuérdame tu fidelidad. Como Job, dame la fortaleza para declarar que sé que mi Redentor vive, incluso cuando mis circunstancias parecen contradecir tu bondad. Renueva mis fuerzas cada día y ayúdame a encontrar refugio en tu Palabra. Gracias porque estás más cerca que nunca cuando mi corazón está quebrantado. En el nombre de Jesús, amén.
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