Cita bíblica:
1 Pedro 1:7, «para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque sea probada con fuego, sea hallada digna de alabanza, gloria y honra, cuando Jesucristo sea manifestado»
Reflexión:
La vida cristiana está llena de valles y montañas, de momentos donde la presencia de Dios parece evidente y otros donde Su silencio es ensordecedor. A menudo, cuando atravesamos dificultades, nuestro instinto natural es clamar a Dios para que nos saque de ellas. Sin embargo, es precisamente en estos momentos cuando debemos reconocer una profunda verdad: a veces Dios no hace algo PARA nosotros, porque está más interesado en hacer algo EN nosotros. Es como el orfebre que no retira el oro del fuego prematuramente, sabiendo que el calor es necesario para purificar el metal precioso. De la misma manera, Dios permite que pasemos por ciertas pruebas no porque nos haya abandonado, sino porque está forjando algo hermoso en nuestro interior.
En 1 Pedro 1:7 encontramos esta verdad magistralmente expresada: «para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque sea probada con fuego, sea hallada digna de alabanza, gloria y honra, cuando Jesucristo sea manifestado». Pedro escribía a cristianos que enfrentaban persecución y sufrimiento, recordándoles que sus pruebas tenían un propósito divino. Piensen en Job, quien lo perdió todo: familia, posesiones y salud. Durante su prolongado sufrimiento, Dios guardó silencio ante sus preguntas más profundas. Sin embargo, al final de su historia, Job no solo recuperó lo perdido, sino que obtuvo algo mucho más valioso: un conocimiento íntimo de Dios. Sus palabras finales revelan esta transformación: «De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven» (Job 42:5). Job entró en el fuego como un hombre justo, pero salió como un hombre transformado.
Cuando Dios guarda silencio ante nuestros clamores más desgarradores, podemos sentirnos abandonados. Nuestra oración natural es: «Sáname, soluciona este problema, libérame de esta aflicción». Sin embargo, mientras nosotros estamos enfocados en el alivio inmediato, Dios está contemplando nuestra transformación eterna. Lo que interpretamos como abandono divino es, en realidad, un procesamiento divino. Como el escultor que no responde a los «gritos» del mármol mientras cincela una obra maestra, Dios no siempre responde a nuestras súplicas inmediatas porque está esculpiendo en nosotros un carácter que reflejará Su gloria por la eternidad.
La próxima vez que te encuentres en medio del fuego de las pruebas, pregúntate: «¿Qué está intentando Dios producir EN mí a través de esta situación?». Quizás sea paciencia, compasión, humildad o una fe inquebrantable. Recuerda que el valor del oro se determina por su pureza, no por cuánto tiempo ha estado en el estante. De manera similar, nuestra madurez espiritual se mide por nuestra semejanza a Cristo, no por cuánto tiempo hemos asistido a la iglesia. Las pruebas son temporales, pero la transformación que producen es eterna. Como afirma Santiago 1:12: «Bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman».
🙏Oremos Juntos:
Padre Celestial, reconozco que a menudo te pido que cambies mis circunstancias cuando Tú estás más interesado en cambiar mi corazón. Dame la sabiduría para ver mis pruebas como oportunidades de crecimiento y la fortaleza para permanecer fiel en el fuego. Ayúdame a valorar más lo que estás haciendo EN mí que lo que podrías hacer PARA mí. En el nombre de Jesús, amén.
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