Cita bíblica:
Mateo 5:16 «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.»
Reflexión:
En un mundo que constantemente nos insta a destacar, es fácil caer en la trampa de buscar nuestra propia gloria. Sin embargo, como creyentes, estamos llamados a una misión más elevada. No fuimos creados para brillar con luz propia, sino para reflejar la luz incomparable de Dios. Al igual que la luna no tiene luz propia, pero refleja la luz del sol, nosotros estamos diseñados para ser espejos que reflejen la gloria de nuestro Creador. Esta verdad fundamental transforma nuestra perspectiva y propósito en la vida.
Consideremos la vida de Juan el Bautista, un ejemplo perfecto de alguien que entendió su propósito de reflejar la luz de Dios. A pesar de su popularidad y seguidores, Juan nunca buscó la gloria para sí mismo. Cuando le preguntaron sobre su identidad, respondió humildemente: «Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor» (Juan 1:23). Incluso cuando sus propios discípulos comenzaron a seguir a Jesús, Juan declaró: «Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe» (Juan 3:30). Juan reconoció que su papel no era brillar con luz propia, sino preparar el camino y señalar hacia la verdadera Luz del mundo.
Invitación a reflexionar: Preguntémonos: ¿Estamos buscando brillar por nosotros mismos o reflejar la luz de Jesús? Cada acción, palabra y pensamiento es una oportunidad para reflejar Su amor y verdad. Incluso en los momentos más privados, cuando nadie nos ve, tenemos el privilegio de ser portadores de Su luz. Reflexionemos sobre cómo podemos alinear nuestras vidas para ser espejos más claros de la gloria de Dios, permitiendo que Su luz brille a través de nosotros en cada aspecto de nuestra existencia.
Conclusión: Al abrazar nuestro propósito de reflejar la luz de Dios, encontramos una libertad y alegría incomparables. Ya no necesitamos luchar por destacar o probar nuestro valor, porque nuestra identidad está segura en Cristo. Nuestra misión se convierte en un hermoso acto de adoración, donde cada aspecto de nuestras vidas señala hacia Aquel que es la fuente de toda luz y vida. Que nuestras vidas sean faros brillantes en un mundo oscuro, no por nuestra propia fuerza o mérito, sino por el poder transformador de Dios obrando a través de nosotros.
Oración:
Padre celestial, te agradecemos por crearnos con el propósito de reflejar Tu gloria. Perdónanos por las veces que hemos buscado brillar con nuestra propia luz. Ayúdanos a ser espejos puros de Tu amor y verdad en este mundo. Que nuestras vidas sean un testimonio constante de Tu gracia, y que otros puedan ver Tu luz a través de nosotros. En el nombre de Jesús, amén.
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