Cita bíblica:
Jeremías 17:5-10 NVI. Así dice el SEÑOR: «¡Maldito aquel que confía en los hombres, que se apoya en fuerzas humanas y aparta su corazón del SEÑOR! Será como una zarza en el desierto: no se dará cuenta cuando llegue el bien.
Reflexión:
En la travesía de la vida, a menudo enfrentamos decepciones y heridas causadas por las acciones humanas, incluso por las nuestras. Sin embargo, es crucial recordar que nuestras malas experiencias no deben condicionar nuestra percepción de Dios. Él es fiel y constante, a diferencia de los hombres que pueden fallar.
La desconfianza hacia los fariseos en la época de Jesús es un ejemplo claro de cómo las acciones humanas pueden influir en la percepción de la gente. Aunque eran líderes religiosos, su falta de rectitud y amor genuino generó desconfianza. Esto nos enseña que nuestras experiencias no deben definir nuestra relación con Dios.
Reflexionemos sobre cómo nuestras propias acciones y las de otros pueden afectar nuestra fe. A veces, las caídas humanas pueden nublar nuestra visión de un Dios perfecto. Es esencial recordar que, a pesar de nuestras limitaciones, Dios permanece inmutable y siempre fiel.
Aunque los hombres puedan decepcionar, Dios es incorruptible y su amor inmutable. No permitamos que las experiencias humanas condicionen nuestra relación con Él. Confíemos en un Dios que nunca se equivoca y que siempre nos ofrece redención y restauración.