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Cita bíblica:
«Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.» Mateo 5:9
Reflexión:
En un mundo donde las divisiones prevalecen y los conflictos parecen multiplicarse día a día, Jesús nos presenta un principio revolucionario: la bendición de ser pacificadores. Contrariamente a lo que muchos piensan, ser pacificador no significa evitar conflictos o simplemente mantener la calma. Por el contrario, implica un papel activo en la construcción de puentes, en la sanación de relaciones rotas y en la restauración de la armonía. Además, esta bienaventuranza nos muestra que quienes trabajan por la paz no solo reciben una recompensa cualquiera, sino el privilegio máximo: ser reconocidos como auténticos hijos de Dios, pues reflejan la naturaleza reconciliadora de nuestro Padre celestial.
En el Nuevo Testamento, encontramos en Bernabé un extraordinario ejemplo de pacificador. Cuando Pablo, recién convertido, intentaba unirse a los discípulos en Jerusalén, todos le temían y dudaban de su sinceridad. Sin embargo, Bernabé, cuyo nombre significa «hijo de consolación», intervino decisivamente (Hechos 9:26-27). Él tomó a Pablo, lo presentó a los apóstoles y defendió la autenticidad de su conversión. Más tarde, también fue Bernabé quien buscó a Pablo en Tarso y lo llevó a Antioquía, dándole la oportunidad de desarrollar su ministerio (Hechos 11:25-26). Posteriormente, cuando surgió una fuerte disputa entre Pablo y Juan Marcos, Bernabé optó por la reconciliación, tomando a Marcos bajo su tutela y restaurando así a un siervo valioso para la iglesia.
Esta bienaventuranza nos invita a comprender que ser pacificador significa seguir las huellas de Cristo, el supremo Reconciliador que derribó el muro de separación entre Dios y la humanidad. No se trata simplemente de evitar conflictos, sino de involucrarse activamente en sanar relaciones fracturadas. Cuando Jesús dice que seremos «llamados hijos de Dios», nos está mostrando que actuar como pacificadores revela nuestra auténtica identidad espiritual.
En conclusión, los pacificadores no son simplemente personas que evitan problemas; son agentes activos del reino de Dios que reflejan el carácter reconciliador de Cristo en un mundo fragmentado. Cuando trabajamos por la paz, participamos en la misión divina de restauración y sanidad. Esta bienaventuranza nos recuerda que la paz no es meramente la ausencia de conflicto, sino la presencia de justicia, amor y verdad. Al construir puentes en lugar de muros, al buscar entendimiento en lugar de victoria, y al promover la reconciliación en lugar del resentimiento, manifestamos la naturaleza de Dios y contribuimos a la expansión de su reino en la tierra.
Desafío del Día:
Actividad práctica: Hoy te invito a identificar una relación tensa en tu vida y dar un paso concreto hacia la reconciliación. Puede ser a través de una llamada, un mensaje, o incluso una oración sincera por esa persona con la que has perdido la paz.
Antes de hacerlo, tómate un momento para reflexionar:
- Piensa en las buenas actitudes y valores que esa persona tiene, recuerda los gestos o acciones que merecen tu gratitud.
- Escríbelo en tu cuaderno.
- Luego, pídele al Señor que te llene de amor, paciencia y valentía para perdonarla, y que te ayude a restaurar esa relación desde Su gracia.
Oremos juntos:
Padre celestial, te agradecemos por llamarnos a ser pacificadores en un mundo dividido. Reconocemos que la verdadera paz solo viene de ti y que necesitamos tu gracia para ser agentes de reconciliación. Danos sabiduría para abordar los conflictos con amor y verdad, valor para tender puentes donde hay divisiones y humildad para buscar la paz incluso cuando cuesta. Ayúdanos a reflejar tu carácter reconciliador en cada relación y circunstancia. Que nuestras vidas manifiesten que somos auténticos hijos tuyos mientras trabajamos por la paz que supera todo entendimiento. En el nombre de Jesús, el Príncipe de Paz, amén.

