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Cita bíblica:
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan’.. (Mateo 5:11-12)
Reflexión:
Cuando enfrentamos oposición por nuestra fe, es natural sentir temor. Sin embargo, Jesús nos enseña una perspectiva revolucionaria: «Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan» (Mateo 5:11-12). Por tanto, la persecución no es motivo de desaliento, sino una señal de que estamos viviendo auténticamente el evangelio. Además, esta oposición confirma que nuestro testimonio tiene poder transformador en un mundo que rechaza la luz divina.
Los primeros discípulos experimentaron persecución constante por proclamar a Cristo. Pedro y Juan fueron arrestados, azotados y amenazados por predicar en el nombre de Jesús (Hechos 5:40-41). No obstante, su respuesta fue extraordinaria: «se fueron gozosos de la presencia del concilio, teniendo por digno de padecer afrenta por causa del Nombre». Esteban fue apedreado hasta la muerte por su valiente testimonio (Hechos 7), convirtiéndose en el primer mártir cristiano. Su ejemplo nos muestra que la persecución, aunque dolorosa, puede ser el escenario donde la gloria de Dios se manifiesta más poderosamente.
El enemigo ha intentado detener el avance del reino de Dios por todos los medios posibles. Ha usado el engaño, la tentación y la distracción, pero cuando nada funciona, recurre a la persecución. Su objetivo no es solo intimidar, sino silenciar a quienes permanecen firmes. Desde el principio, la oposición ha sido la prueba más clara de que el evangelio tiene poder. Jesús lo advirtió: «Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán» (Juan 15:20). Actualmente, en África, miles de cristianos enfrentan persecución y martirio por su fe inquebrantable.
La persecución revela que nuestro testimonio trasciende las palabras y toca vidas eternamente. Cuando el mundo nos rechaza por causa de Cristo, estamos en compañía de profetas, apóstoles y mártires que nos precedieron. Por consiguiente, cada prueba fortalece nuestra fe y purifica nuestro carácter. Finalmente, recordemos que nuestro galardón en los cielos es grande, y que cada lágrima derramada por causa del evangelio tiene propósito eterno en los planes soberanos de Dios para la humanidad.
Oremos juntos:
Padre celestial, fortalece nuestros corazones cuando enfrentemos oposición por causa de tu nombre. Ayúdanos a ver la persecución como una oportunidad para glorificarte y a responder con amor incluso a quienes nos persiguen. Te pedimos hoy por todas aquellas personas que por tu causa tienen persecución, para que tu les de la fortaleza de continuar aunque el camino sea difícil, te pedimos que mandes ángeles que acampen al rededor de ellos, para que los protejan y sean invisibles ante el enemigo, que tu amor, tu presencia los acompañen siempre. Amén.
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