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Cita bíblica:
«No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para Jehová cualquiera que hace estas cosas.» – Deuteronomio 18:10-12a
Reflexión:
En un mundo donde lo sobrenatural ejerce una fascinación creciente, muchas personas buscan respuestas en prácticas ocultas sin comprender sus graves consecuencias espirituales. Desde la astrología hasta la brujería, desde el tarot hasta la comunicación con espíritus, estas actividades se presentan como inofensivas o incluso beneficiosas. Sin embargo, la Palabra de Dios es clara y contundente: el ocultismo en todas sus formas es una abominación ante Sus ojos. Esto no es una prohibición arbitraria, sino una advertencia amorosa de un Padre que conoce el peligro al que nos exponemos cuando abrimos puertas a influencias espirituales contrarias a Su voluntad.
La Escritura nos revela ejemplos claros de estas consecuencias. Recordemos la historia de la bruja de Endor, narrada en 1 Samuel 28. El rey Saúl, desesperado por obtener dirección divina después de que Dios dejó de responderle, acudió a esta médium para contactar al difunto profeta Samuel. En una escena estremecedora, la mujer invoca una aparición que predice la inminente derrota y muerte del rey. Este relato no glorifica el poder de la nigromancia, sino que muestra las trágicas consecuencias del abandono de Dios. Igualmente revelador es el caso del rey Manasés, quien según 2 Crónicas 33, practicó la adivinación, la hechicería y consultó a médiums, llevando a Judá a pecar gravemente y provocando el juicio divino sobre la nación.
Debemos entender que estas prohibiciones no limitan nuestra libertad, sino que la protegen. El ocultismo sustituye la guía del Espíritu Santo y la autoridad de la Palabra por falsas revelaciones. Cuando una persona busca respuestas en cartas del tarot, horóscopos o médiums, está rechazando implícitamente la suficiencia de Dios como fuente de sabiduría y dirección. Estas prácticas no son caminos alternativos hacia la verdad espiritual, sino intentos de manipular circunstancias mediante poderes espirituales que Dios expresamente prohíbe. Su origen no es divino sino demoníaco, y representan no solo incredulidad, sino rebeldía abierta contra la soberanía del Creador.
La senda cristiana nos ofrece un camino infinitamente superior. En lugar de manipulaciones ocultas, tenemos el privilegio de la oración directa al Dios vivo. En vez de conocimiento parcial y engañoso, tenemos la verdad revelada en las Escrituras. En lugar de poderes inciertos y peligrosos, tenemos la presencia del Espíritu Santo. Cuando comprendemos que Dios prohíbe el ocultismo porque nos ama y desea protegernos, nuestra perspectiva cambia radicalmente. La prohibición divina no es una restricción opresiva, sino una barrera protectora. Al mantenernos fieles a Sus caminos, experimentamos la verdadera libertad y seguridad que solo pueden encontrarse en una relación genuina con el único Dios verdadero.
Oremos juntos:
Padre Celestial, perdónanos por las veces que hemos buscado respuestas y dirección fuera de Ti. Reconocemos que solo Tú eres la fuente de toda sabiduría y verdad. Líbranos de la tentación de acudir a prácticas ocultas y fortalece nuestra confianza en Tu Palabra y en la guía de Tu Espíritu. Ayúdanos a discernir lo que Te agrada y lo que Te ofende. Protege nuestras mentes y corazones de toda influencia espiritual contraria a Tu voluntad. En el nombre poderoso de Jesús, quien vino para destruir las obras del maligno. Amén.