Escucha o descarga el devocional y comparte!
Cita bíblica:
Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio. – Hebreos 6:4-6
Reflexión:
Cuando una persona conoce a Dios, ha experimentado Su amor y ha caminado en Sus caminos, pero luego decide darle la espalda, las consecuencias son devastadoras. En primer lugar, se produce un vacío espiritual que nada puede llenar. Posteriormente, la ausencia de la guía divina conduce a decisiones equivocadas basadas únicamente en la sabiduría humana. Además, el alejamiento de Dios no sucede de la noche a la mañana, sino gradualmente, paso a paso, hasta que nos encontramos completamente perdidos, sin rumbo y sin propósito.
La Biblia nos presenta numerosos ejemplos de personas que conocieron a Dios pero se alejaron con resultados catastróficos. El rey Saúl comenzó su reinado con la bendición divina, pero su desobediencia y orgullo lo llevaron a perder no solo el reino sino también su cordura. Salomón, el hombre más sabio que jamás existió, permitió que sus múltiples esposas extranjeras inclinaran su corazón hacia dioses paganos, lo que trajo división al reino de Israel. Incluso Judas Iscariote, quien caminó con Jesús durante tres años, presenció milagros y escuchó Sus enseñanzas, terminó traicionándolo por treinta piezas de plata, llevándolo a la desesperación y al suicidio.
Reflexionemos profundamente sobre lo que significa alejarse de Dios después de haberlo conocido. Cuando el Espíritu Santo se aparta, quedamos a merced de nuestros propios deseos y de las influencias del enemigo. Las decisiones que antes tomábamos con sabiduría divina ahora se vuelven confusas y destructivas. El adversario aprovecha este distanciamiento para atacar nuestra mente, nuestras relaciones y nuestra paz. Sin embargo, debemos recordar que incluso en nuestros peores momentos, Dios puede transformar nuestras caídas en testimonios de Su gracia y misericordia.
Afortunadamente, la historia no termina con nuestro alejamiento. Dios, en Su infinita misericordia, siempre deja la puerta abierta para el regreso. Como el padre del hijo pródigo, Él espera con los brazos abiertos, dispuesto a restaurarnos. El arrepentimiento sincero es el primer paso hacia la reconciliación. Reconocer nuestro error, confesar nuestro pecado y volver al camino de la obediencia nos permite experimentar nuevamente la presencia de Dios en nuestras vidas. No importa cuán lejos hayamos llegado en nuestro alejamiento, Su amor es más grande que nuestras faltas.
Oremos juntos:
Padre Celestial, perdóname por las veces que conociendo Tu verdad he decidido alejarme. Reconozco que sin Ti mi vida se desmorona y pierdo el rumbo. Ayúdame a permanecer fiel, a resistir las tentaciones que me alejan de Tu presencia. Restaura mi corazón y renueva mi comunión contigo. Que Tu Espíritu Santo nunca se aparte de mí y me guíe siempre por sendas de justicia. En el nombre de Jesús, amén.