Devocional 13 de octubre de 2025: «Carácter Fuerte: El Arte Divino del Autocontrol.»

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Cita bíblica:

«No te apresures en tu espíritu a enojarte, porque el enojo reposa en el seno de los necios.» – Eclesiastés 7:9

Reflexión:

En nuestra sociedad actual, existe una gran confusión entre lo que significa tener carácter fuerte y un temperamento explosivo. Por un lado, el carácter es el conjunto de cualidades que formamos a lo largo del tiempo mediante decisiones conscientes, disciplina y crecimiento espiritual. Por otro lado, el temperamento es nuestra disposición natural, la manera innata en que respondemos a las situaciones. Sin embargo, muchas personas confunden ambos conceptos. En consecuencia, se enorgullecen de un temperamento incontrolado, creyendo erróneamente que representa fortaleza, cuando en realidad, como nos advierte Eclesiastés 7:9, «el enojo reposa en el seno de los necios».

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Jesús nos proporciona el ejemplo perfecto de la distinción entre carácter y temperamento. Aunque poseía un temperamento sensible y apasionado, capaz de indignarse ante la injusticia como cuando purificó el templo, su carácter estaba perfectamente alineado con la voluntad del Padre. Cristo manifestó una paciencia extraordinaria ante las provocaciones, respondiendo con sabiduría en lugar de reaccionar impulsivamente. Cuando fue traicionado, calumniado y crucificado, no devolvió insulto por insulto. En vez de eso, demostró autocontrol divino al punto de orar por quienes lo crucificaban. Su temperamento estaba completamente sujeto a su carácter, formado en perfecta comunión con el Padre. En esencia, Jesús nos enseña que la verdadera fortaleza no está en reaccionar, sino en responder con propósito divino.

Debemos reflexionar profundamente sobre esta distinción. La sociedad celebra frecuentemente al individuo explosivo, al que «no se deja de nadie», confundiendo estas reacciones temperamentales con fortaleza de carácter. Sin embargo, esta percepción está completamente equivocada. El verdadero carácter fuerte no se manifiesta en arrebatos de ira o en palabras hirientes, sino en el autocontrol, en la capacidad de gobernarse a uno mismo. Como creyentes, estamos llamados a examinar si nuestras respuestas proceden de un carácter moldeado por Cristo o de un temperamento sin refinar.

La transformación no ocurre de la noche a la mañana, es un proceso continuo. Debemos tomar la decisión diaria de dominar nuestro temperamento a través del desarrollo del carácter cristiano. Aunque nuestras inclinaciones naturales pueden empujarnos hacia reacciones impulsivas, el carácter formado por el Espíritu Santo actúa como un gobernador que dice: «Deténte, contrólate y responde como lo haría Jesús». Este proceso requiere humildad para reconocer nuestras debilidades y dependencia constante de Dios. Es importante entender que mientras el temperamento es heredado, el carácter es desarrollado. Y es precisamente allí, en ese desarrollo intencional, donde la obra transformadora de Dios se hace evidente en nuestras vidas.

Oremos juntos:

Padre Celestial, te agradezco por tu paciencia infinita conmigo. Reconozco que muchas veces he confundido un temperamento fuerte con un carácter maduro. Hoy te pido que transformes mi corazón y me ayudes a desarrollar un carácter como el de Cristo. Dame la sabiduría para responder en lugar de reaccionar, y la humildad para someterme a tu refinamiento continuo. Que mi vida refleje el fruto de tu Espíritu, especialmente el dominio propio. En momentos de prueba, recuérdame que la verdadera fortaleza se encuentra en el autocontrol, no en la explosividad. En el nombre poderoso de Jesús, amén.

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