Cita bíblica:
«Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.» – Santiago 4:7-8
Reflexión:
La aceptación es una poderosa medicina para nuestro espíritu. Cuando enfrentamos circunstancias dolorosas, nuestra tendencia natural es resistir, luchar contra lo inevitable y cuestionar a Dios. Sin embargo, la sabiduría divina nos enseña que la verdadera sanidad comienza cuando aceptamos nuestra realidad presente. Esta aceptación no implica resignación pasiva o conformismo, sino más bien reconocer lo que está fuera de nuestro control y entregarlo a las manos de Dios. De hecho, es en ese acto de rendición donde encontramos la libertad para sanar y avanzar hacia un futuro renovado.
La Biblia está llena de ejemplos que ilustran este principio. Consideremos a José, quien fue vendido como esclavo por sus propios hermanos y posteriormente encarcelado injustamente en Egipto. A pesar de estas circunstancias devastadoras, José no se consumió en amargura ni resentimiento. En cambio, aceptó su situación y permitió que Dios obrara a través de ella. Esta aceptación lo llevó eventualmente a una posición de autoridad donde pudo salvar a muchas personas, incluyendo a su propia familia. Del mismo modo, Job, tras perder su familia, riquezas y salud, llegó finalmente a un punto de aceptación profunda. Aunque cuestionó a Dios, terminó sometiéndose a Su soberanía, declarando: «Yo te conocía solo de oídas, pero ahora mis ojos te ven» (Job 42:5). Fue precisamente esta aceptación lo que abrió la puerta a su restauración.
¿Cuánto tiempo hemos perdido luchando contra realidades que no podemos cambiar? Cada vez que nos resistimos a aceptar nuestra situación actual, alimentamos un sufrimiento innecesario. Nuestro malestar no proviene de las circunstancias en sí, sino de nuestros pensamientos que se rebelan contra la realidad. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a una aceptación transformadora que nos permite decir como Pablo: «He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación». Esta aceptación no nos hace pasivos, sino que nos otorga la claridad mental y espiritual necesaria para discernir qué podemos cambiar y qué debemos entregar a Dios.
La sanidad verdadera florece en el suelo fértil de la aceptación. Cuando dejamos de luchar contra lo inevitable, liberamos energía para crecer y transformarnos. El sufrimiento prolongado generalmente surge de nuestra resistencia a aceptar la realidad tal como es. Cristo mismo nos mostró el poder de la aceptación cuando en Getsemaní dijo: «Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» En esa aceptación perfecta estaba el poder para enfrentar la cruz y traer redención al mundo. De manera similar, nuestra aceptación no es debilidad, sino el primer paso valiente hacia una vida renovada donde Dios puede transformar nuestras heridas en testimonios de Su gloria y fidelidad.
Oremos juntos:
Padre Celestial, ayúdanos a aceptar con humildad las circunstancias que no podemos cambiar. Transforma nuestra resistencia en rendición a tu perfecta voluntad. Sabemos que en la aceptación encontramos el camino hacia la sanidad verdadera. Danos la sabiduría para discernir entre lo que podemos modificar y lo que debemos entregarte. Que nuestra aceptación no sea conformismo, sino un acto de fe que nos libere para vivir plenamente en Tu propósito. En el nombre de Jesús, amén.
Canción Recomendada:
A Ti me Rindo (I Surrender – Hillsong Worship) | Lakepointe en Español
Una hermosa canción sobre la rendición y aceptación ante Dios como camino hacia la paz interior.
