Cita bíblica:
Apocalipsis 3:15-16: «Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca».
Reflexión:
La tibieza espiritual es quizás uno de los mayores peligros para nuestra vida cristiana. Cuando nos conformamos con una fe superficial, no solo perdemos el fuego y la pasión que Dios desea para nosotros, sino que también perdimos nuestra efectividad espiritual. En Apocalipsis 3:15-16, el Señor advierte a la iglesia de Laodicea: «Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca». Esta severa advertencia nos muestra claramente que Dios prefiere la autenticidad, ya sea en rechazo abierto o en devoción apasionada, antes que una fe mediocre y confortable que no produce cambio verdadero.
El libro de Daniel nos presenta un poderoso ejemplo de esta verdad. Cuando el rey Nabucodonosor decretó que todos adoraran su estatua, Daniel y sus amigos se enfrentaron a una decisión crucial. Podrían haber optado por la tibieza, inclinándose externamente mientras mantenían su fe en privado. Sin embargo, eligieron el camino de la fe radical. Shadrach, Meshach y Abednego desafiaron abiertamente al rey diciendo: «No es necesario que te respondamos sobre este asunto. Si es así, nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses» (Daniel 3:16-18). Esta fe inquebrantable no solo los protegió en el horno, sino que también llevó al rey a reconocer el poder del Dios verdadero.
¿Qué tipo de cristiano eres hoy? El enemigo no tiembla ante formularios religiosos vacíos o conocimiento bíblico sin aplicación. Lo que realmente lo hace retroceder es ver a un creyente que ora con fervor, que vive la Palabra en obediencia radical, que se mantiene firme en autoridad espiritual y que adora en medio de las pruebas más difíciles. Santiago 4:7 nos recuerda: «Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros». Note el orden: primero nos sometemos completamente a Dios, y solo entonces podemos resistir efectivamente al enemigo. Una vida rendida al Espíritu Santo, caminando en santidad y declarando la verdad con convicción, es lo que verdaderamente derriba las fortalezas del mal.
Esta verdad debe transformar nuestra manera de vivir el cristianismo. La fe auténtica no es simplemente una parte de nuestra vida; es el fundamento que define cada aspecto de nuestra existencia. El apóstol Pablo entendió esto cuando escribió: «Todo lo que no proviene de fe, es pecado» (Romanos 14:23). Nuestro enemigo conoce bien nuestras debilidades y compromisos a medias. Él no teme nuestras intenciones ni nuestros planes futuros de servir a Dios «algún día». Lo que realmente lo confronta es una decisión diaria de caminar en obediencia radical, una vida de oración constante, y un compromiso inquebrantable con la verdad bíblica. Debemos preguntarnos: ¿Nuestra vida cristiana hace temblar al infierno, o simplemente lo entretiene?
Oremos Juntos:
Padre Celestial, perdóname por conformarme tantas veces con una fe tibia y cómoda. Renueva en mí el fuego de tu Espíritu Santo. Dame un corazón que te busque con pasión, una mente firme en tu verdad, y el valor para vivir en obediencia radical cada día. Que mi vida sea una que haga retroceder las tinieblas y glorifique tu nombre. En el poderoso nombre de Jesús, amén.
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