Cita bíblica:
Proverbios 16:3 – «Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados.»
Reflexión:
A menudo nos encontramos atrapados entre nuestros sueños y la realidad que vivimos día a día. Sentimos que hay algo más grande esperándonos, planes divinos que anhelamos alcanzar, sin embargo, parece que el tiempo pasa y aquellos sueños permanecen solamente como anhelos lejanos. En primer lugar, debemos reconocer que Dios planta deseos en nuestro corazón con un propósito especial. No obstante, estos sueños requieren no solo nuestra fe, sino también nuestra acción decidida. De hecho, el camino entre un sueño y su cumplimiento está pavimentado con pasos de obediencia, perseverancia y confianza en el Señor, quien nos promete afirmar nuestros pensamientos cuando le encomendamos nuestras obras.
La Biblia está llena de ejemplos de personas que dieron pasos de fe para alcanzar lo que Dios había puesto en sus corazones. Pensemos en Abraham, quien recibió la promesa de convertirse en padre de muchas naciones cuando ni siquiera tenía un hijo. Génesis 12:1 nos dice: «Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.» Abraham no se quedó contemplando la promesa; dio un paso de fe, abandonó su zona de confort y se lanzó hacia lo desconocido confiando en la palabra de Dios. De igual manera, Josué tuvo que enfrentar murallas imponentes en Jericó, pero siguió las instrucciones divinas por muy inusuales que parecieran. Estos hombres no solo soñaron con las promesas de Dios, sino que actuaron en obediencia y fe, moviéndose hacia aquello que aún no podían ver con sus ojos naturales.
¿Qué estás haciendo para vivir lo que anhelas? No basta con visualizar y desear; se requiere acción concreta. Muchos culpamos a la falta de tiempo o nos quejamos constantemente de nuestras circunstancias, pero no tomamos decisiones que puedan transformar nuestra realidad. Recuerda que no hacer nada también es una decisión, una que nos mantiene estancados en el mismo lugar. Es tiempo de pasar de la frustración a la acción, de arriesgarnos y dar esos pasos de fe que Dios está esperando que demos. Cada decisión valiente comienza con una oración sincera: «Señor, alinea mis sueños con tu voluntad y dame el valor para avanzar.» La diferencia entre quienes ven sus sueños cumplidos y quienes no, radica principalmente en la disposición para actuar confiando en Dios.
Los sueños que Dios ha puesto en nuestro corazón requieren tanto de Su poder como de nuestra participación activa. Cuando encomendamos nuestras obras al Señor, Él afirmará nuestros pensamientos y guiará nuestros pasos. No debemos conformarnos con admirar la tierra prometida desde lejos; estamos llamados a entrar en ella con valentía y determinación. El tiempo de Dios es perfecto, pero también espera que nosotros hagamos nuestra parte. Aprendamos a distinguir entre la paciencia sabia y la procrastinación temerosa. Nuestros sueños no se cumplirán por arte de magia, sino mediante una combinación de fe profunda, trabajo constante y confianza absoluta en Aquel que nos llamó. Hoy es el día para dejar de soñar y comenzar a construir, recordando siempre que con Dios, lo imposible se vuelve posible.
Oremos Juntos:
Padre Celestial, te entrego hoy esos sueños que has plantado en mi corazón. Perdóname por las veces que he dudado o he dejado que el miedo me paralice. Dame la valentía para dar pasos de fe aun cuando no pueda ver todo el camino. Ayúdame a discernir entre mis deseos y Tu voluntad perfecta. Quiero ver Tus promesas cumplidas en mi vida, no por mi gloria sino para Tu honra. Dame sabiduría para actuar en el momento correcto y de la manera correcta. En el poderoso nombre de Jesús, amén.