Cita bíblica:
Mateo 19:6: «Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.»
Reflexión:
En el jardín del matrimonio, donde Dios plantó las semillas del amor eterno, el enemigo acecha constantemente, buscando marchitar lo que el Creador unió. No es casualidad que las relaciones matrimoniales enfrenten tantos desafíos en nuestros días. El adversario conoce bien el poder transformador de un matrimonio fundamentado en Cristo y, por ello, dirige sus más feroces ataques contra esta sagrada institución. Sin embargo, debemos recordar que toda prueba que enfrentamos tiene un propósito divino.
Consideremos la historia de Job y su esposa. Cuando el enemigo atacó a Job con pérdidas devastadoras y enfermedad, también intentó usar a su propia esposa como instrumento de destrucción, sugiriéndole que maldijera a Dios y muriera. A pesar de este ataque directo a su matrimonio, Job permaneció fiel, y su relación sobrevivió a la prueba. Al final, Dios restauró no solo sus bendiciones materiales, sino también fortaleció su vínculo matrimonial, demostrando que la fidelidad a Dios y al cónyuge siempre trae recompensa.
Hoy más que nunca, debemos reconocer que el divorcio se ha convertido en una tentadora salida ante las dificultades. La sociedad moderna nos presenta esta opción como una solución rápida, pero ¿hemos considerado realmente el plan original de Dios? La oración es fundamental, pero debe ir acompañada de acciones concretas: cambios en nuestra actitud, hábitos y compromiso diario. El enemigo se regocija cuando ve matrimonios destruidos, pero mayor es el que está en nosotros.
El matrimonio es un regalo divino que requiere cuidado, dedicación y una lucha constante contra las estrategias del enemigo. Cuando elegimos permanecer unidos, honramos el pacto que hicimos ante Dios y testimoniamos Su poder restaurador. No permitamos que las dificultades temporales nos roben la bendición eterna que Dios diseñó para nosotros en el matrimonio.
Oración
Padre Celestial, te pedimos que fortalezcas nuestros matrimonios contra los ataques del enemigo. Danos sabiduría para identificar sus estrategias y la fortaleza para permanecer unidos. Ayúdanos a recordar que el amor que Tú nos das es más fuerte que cualquier adversidad. En el nombre de Jesús, amén.
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