Cita bíblica:
Josué 1:9 Te repito: sé fuerte y valiente. No tengas miedo ni te desanimes porque el SEÑOR tu Dios estará contigo donde quiera que vayas
Reflexión:
En medio de nuestras luchas y momentos de duda, es fundamental recordar que servimos a un Dios de segunda oportunidades. Su amor inquebrantable permanece constante, incluso cuando nosotros flaqueamos en nuestra fe. A lo largo de las Escrituras, vemos cómo Dios persistentemente busca a sus hijos, demostrando una paciencia extraordinaria y un compromiso inquebrantable. Esta verdad nos recuerda que no importa cuántas veces hayamos fallado o cuán lejos nos sintamos, Su gracia siempre está disponible para levantarnos y fortalecernos.
La historia de Moisés nos presenta un poderoso testimonio de la perseverancia de Dios. Cuando fue llamado ante la zarza ardiente, Moisés respondió con dudas y excusas, argumentando su falta de elocuencia y pidiendo que Dios enviara a otro en su lugar. Sin embargo, Dios no se rindió con él. Con paciencia infinita, proporcionó soluciones para cada una de sus objeciones, incluso designando a Aarón como su portavoz. Esta historia nos muestra cómo Dios ve más allá de nuestras limitaciones percibidas y permanece firme en Su llamado sobre nuestras vidas.
¿Cuántas veces nos hemos sentido inadecuados o insuficientes para el propósito que Dios tiene para nosotros? Es momento de reconocer que nuestro Padre celestial no comete errores en sus elecciones. Cuando Él nos llama, nos equipa. Cuando nos escoge, nos capacita. Su persistencia en nuestras vidas no es casualidad, sino un reflejo de Su amor perfecto y Su conocimiento íntimo de nuestro verdadero potencial.
La fidelidad de Dios trasciende nuestras dudas y temores. Su compromiso con nosotros no depende de nuestro desempeño, sino de Su carácter inmutable. Cuando comprendemos esta verdad, podemos avanzar con confianza, sabiendo que el mismo Dios que no se rindió con Moisés, con David, con Pedro y con tantos otros, tampoco se rendirá con nosotros. Su presencia constante nos asegura que podemos ser fuertes y valientes, pues Él estará con nosotros dondequiera que vayamos.
Oración
Amado Padre celestial, gracias por tu inquebrantable fidelidad y tu amor persistente. Perdóname por las veces que he dudado de tu llamado y he permitido que el miedo me paralice. Ayúdame a ver mi vida a través de tus ojos y a confiar en que tus planes para mí son perfectos. Dame la valentía para avanzar, sabiendo que tú nunca me abandonarás. En el nombre de Jesús, amén.
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