Cita bíblica:
Lucas 10:21 Jesús da gracias al Padre
21 En esa misma ocasión, Jesús se llenó del gozo del Espíritu Santo y dijo: «Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes y por revelárselas a los que son como niños. Sí, Padre, te agradó hacerlo de esa manera.
Reflexión:
En nuestro afán por comprender los misterios de Dios, a menudo nos encontramos perdidos en la complejidad de nuestras propias ideas y razonamientos. Nos esforzamos por desentrañar lo divino a través de nuestras limitadas capacidades intelectuales, creyendo que el conocimiento académico o la elocuencia nos acercarán más a la verdad. Sin embargo, en Lucas 10:21, Jesús nos revela una profunda realidad espiritual: el gozo que proviene de la revelación divina se encuentra en la sencillez y humildad de corazón, no en la erudición humana.
Jesús, en un momento de íntima comunión con el Padre, expresa su alabanza por el hecho de que los misterios del reino de Dios no están reservados para los «sabios y entendidos» del mundo, sino que han sido revelados a aquellos que se acercan a Él con un corazón de niño, un corazón abierto y dispuesto a recibir. Esta enseñanza nos desafía a reconsiderar nuestra actitud hacia la fe. ¿Nos acercamos a Dios con un espíritu humilde, conscientes de nuestras limitaciones y dependientes de su gracia, o confiamos en nuestra propia comprensión y habilidades?
Consideremos el relato de la crucifixión de Jesús. En medio del caos y el sufrimiento, el centurión romano, un hombre acostumbrado a la brutalidad y la dureza del mundo militar, experimenta un momento de claridad espiritual al presenciar la muerte de Jesús en la cruz. Este centurión, sin poseer conocimientos teológicos profundos ni haber sido instruido en las Escrituras, reconoce la verdadera identidad de Jesucristo como el Hijo de Dios. En ese instante, la revelación divina atraviesa su corazón endurecido, y su confesión se convierte en un testimonio poderoso de la soberanía de Dios, quien elige revelar sus verdades a aquellos que están dispuestos a ver con los ojos del alma.
En un mundo lleno de conocimiento y sabiduría humana, es fácil caer en la trampa de la autosuficiencia y la arrogancia intelectual. Nos rodean teorías, filosofías y conceptos que buscan explicar la existencia, pero la verdadera comprensión espiritual solo se encuentra cuando nos humillamos ante Dios y reconocemos nuestra necesidad de su guía y revelación. La sabiduría celestial no se adquiere con títulos o reconocimiento, sino con un corazón que anhela la verdad de Dios por encima de todo. Es en esa humildad donde Dios se complace en revelarnos sus misterios, llenándonos de gozo y asombro ante su grandeza.
Que busquemos la sabiduría celestial con corazones abiertos y humildes, confiando en que el Señor nos revelará sus misterios a su debido tiempo. Así como el centurión fue transformado por su encuentro con Cristo, que también nosotros seamos transformados y renovados en nuestra fe, reconociendo que todo conocimiento verdadero viene de Dios.
Oración:
Padre celestial, te agradecemos porque en tu infinita sabiduría has decidido revelar tus verdades más profundas a los humildes y sencillos de corazón. Te pedimos que nos ayudes a mantenernos siempre humildes y receptivos a tu voz, alejados del orgullo y la autosuficiencia. Guíanos en nuestro caminar diario para que podamos comprender tu voluntad, seguir tus caminos y vivir en la alegría de conocer y amar a tu Hijo Jesucristo. En tu santo nombre oramos, amén.
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