Cita bíblica:
Deuteronomio 8:17-18 17 y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. 18 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.
Reflexión:
El éxito en la vida no es fruto del azar, sino de la combinación entre la oportunidad que Dios nos da y la preparación que ponemos de nuestra parte. Deuteronomio 8:17-18 nos recuerda que la riqueza y las bendiciones que recibimos no son solo producto de nuestro esfuerzo, sino del poder de Dios en nuestras vidas. Sin embargo, esto no significa que debemos esperar pasivamente. Es necesario estar preparados, formándonos y alineando nuestras vidas con Su voluntad. Cuando sabemos hacia dónde vamos y estamos listos, los resultados son inevitables.
Un claro ejemplo en la Biblia es José, el hijo de Jacob. Desde joven, José recibió sueños de parte de Dios sobre su futuro. Sin embargo, no fue hasta después de años de preparación en la adversidad —siendo vendido como esclavo, encarcelado injustamente y finalmente sirviendo en la casa de Potifar— que José estuvo preparado para la oportunidad que Dios le había reservado. Cuando el faraón necesitó alguien que interpretara sus sueños y gestionara el futuro de Egipto, José estaba listo. Su preparación y fidelidad lo llevaron a ser el segundo al mando en todo Egipto, demostrando que el éxito verdadero es cuando la oportunidad se encuentra con la preparación bajo la dirección de Dios.
El éxito es el resultado de estar preparados para las oportunidades que Dios pone en nuestro camino. No basta con tener un sueño o una visión; es necesario trabajar y prepararnos, tanto espiritual como físicamente, para cuando llegue el momento. La preparación nos posiciona para recibir las bendiciones de Dios y para caminar en el propósito que Él tiene para nosotros. Cuando estamos enfocados y sabemos hacia dónde nos dirigimos, el éxito, bajo la gracia de Dios, se convierte en un resultado inevitable.
Dios es quien nos da el poder para alcanzar el éxito, pero requiere de nuestra disposición y preparación. No nos dejemos llevar por el orgullo pensando que todo es fruto de nuestras manos. En cambio, reconozcamos la mano de Dios en nuestras vidas y preparémonos diligentemente para las oportunidades que Él nos dará. El verdadero éxito no solo es alcanzar una meta, sino hacerlo con la conciencia de que hemos caminado en la voluntad de Dios y con Su favor sobre nosotros.
Oración:
Canción Relacionada:
