Cita bíblica:
Gálatas 6:7-9 (NVI) – «No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.»
Reflexión:
En la travesía de la vida, es inevitable tropezar con el principio de siembra y cosecha que Dios estableció en su creación. Este pasaje nos recuerda la importancia de nuestras acciones y decisiones, y cómo estas repercuten en nuestro camino espiritual y emocional. Las palabras del apóstol Pablo nos alertan sobre la responsabilidad que conllevan nuestras elecciones. Al sembrar en el terreno de nuestras inclinaciones pecaminosas, cosechamos consecuencias destructivas. Pero cuando sembramos con el propósito de agradar a Dios, cosechamos la bendición de una vida transformada por el Espíritu Santo.
Así como la semilla en la tierra necesita tiempo para crecer y dar fruto, nuestras acciones también necesitan tiempo para manifestar sus resultados. A menudo, enfrentamos desafíos y dificultades en este camino, pero Dios nos anima a perseverar y confiar en su promesa de bendición.. No debemos desesperarnos ni perder la fe cuando no vemos resultados inmediatos. La paciencia y la constancia son claves en este proceso.
Podemos tomar el ejemplo de Camila, una mujer que, tras años de vivir inmersa en el estrés y el egoísmo, decidió cambiar su enfoque. Comenzó a invertir tiempo en ayudar a otros y cultivar relaciones genuinas. Aunque enfrentó dificultades y sacrificios, con el tiempo cosechó amistades sinceras, un corazón lleno de gratitud y la satisfacción de ser una fuente de amor en la vida de los demás. La transformación de Camila no ocurrió de la noche a la mañana, pero su dedicación y fe en Dios la llevaron a una vida plena y significativa.
La Palabra de Dios nos insta a no rendirnos en la práctica del bien y a sembrar en amor. A pesar de los desafíos que puedan surgir, el Señor es fiel para recompensar nuestras acciones cuando seguimos su camino. Sigamos sembrando amor, bondad y compasión, y confiemos en que la cosecha de bendición está en sus manos. Recordemos que cada pequeño acto de bondad y cada decisión correcta forman parte de un cuadro más grande que Dios está pintando en nuestras vidas.
Además, es crucial entender que nuestras acciones no solo impactan nuestra vida, sino también la de aquellos que nos rodean. Al vivir de manera íntegra y compasiva, inspiramos a otros a hacer lo mismo. Nuestros hijos, amigos y comunidad observan nuestras elecciones y pueden ser influenciados por nuestro ejemplo. Por lo tanto, al sembrar buenas acciones y decisiones sabias, contribuimos a un mundo mejor, reflejando el amor y la luz de Cristo.
En conclusión, el principio de siembra y cosecha nos enseña sobre la importancia de nuestras decisiones y su impacto duradero. Debemos ser conscientes de cómo nuestras acciones reflejan nuestra fe y compromiso con Dios. Al mantenernos firmes en la práctica del bien, podemos esperar una cosecha de bendiciones en nuestras vidas y en las vidas de aquellos que tocamos. Que nuestra motivación sea siempre agradar a Dios y servir a los demás con amor genuino.
Oración:
Amado Padre celestial, te agradecemos por tu sabiduría y amor incondicional. Ayúdanos a sembrar con el corazón correcto y a confiar en tu plan perfecto para nuestras vidas. Danos fuerza para perseverar y no desfallecer en hacer el bien. Que nuestras acciones reflejen tu amor y luz en este mundo. En el nombre de Jesús, amén.
Muy edificante gloria a Duo