Cita bíblica:
«Y tú amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.» – Deuteronomio 6:5 (RVR 1960)
Reflexión:
En un mundo donde a menudo buscamos la aprobación y el reconocimiento de los demás, es fácil perder de vista lo que realmente importa: el amor y la aprobación de Dios. Con demasiada frecuencia, herimos el corazón de Dios al poner la aprobación humana por encima de la Suya. Nos dejamos llevar por las expectativas sociales, las opiniones de los demás y la presión de encajar, olvidando que nuestro verdadero valor y propósito se encuentran en la relación con nuestro Creador.
La Biblia nos recuerda que el mandamiento más importante es amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma y fuerzas. Esto significa que nuestro amor y lealtad hacia Dios deben estar en el centro de todo lo que hacemos. Sin embargo, ¿con qué frecuencia ponemos nuestra búsqueda de reconocimiento y aprobación de otros por encima de nuestro amor y devoción hacia Dios? Nos encontramos sacrificando nuestros principios y convicciones para ganar la aceptación de los demás, dejando a un lado lo que Dios desea para nosotros.
Tomemos un ejemplo de la Biblia para ilustrar este punto. Piensa en la historia del rey Saúl y el joven David. Saúl, motivado por su deseo de agradar a la gente y mantener su estatus como rey, se apartó de la voluntad de Dios. Su inseguridad y necesidad de aprobación lo llevaron a cometer errores graves que lo alejaron del propósito divino para su vida. En contraste, David, aunque joven y enfrentado a desafíos abrumadores, mantuvo su corazón centrado en Dios y buscó agradar al Señor en todo momento.
David no hirió el corazón de Dios para ganar la aprobación humana. Aunque fue menospreciado y perseguido, su enfoque siempre estuvo en Dios. Este enfoque le permitió experimentar el amor y la aprobación divina de una manera poderosa. A pesar de las dificultades, David nunca dejó que la búsqueda de reconocimiento humano comprometiera su relación con Dios. Su vida es un testimonio de lo que significa vivir para agradar a Dios antes que a los hombres.
Al reflexionar sobre esta historia, debemos examinar nuestras propias vidas. ¿Estamos dispuestos a herir el corazón de Dios en nuestra búsqueda de la aprobación de otros? ¿Estamos dispuestos a comprometer nuestra relación con Dios para ganar el favor humano? La respuesta debería ser un rotundo «no». La verdadera satisfacción y paz provienen de saber que estamos viviendo conforme a la voluntad de Dios, no de los aplausos o la aceptación de las personas.
Además, debemos recordar que la aprobación humana es efímera y cambiante. Las personas pueden aplaudirnos hoy y criticarnos mañana. En cambio, el amor y la aprobación de Dios son constantes y eternos. Él nos conoce completamente y aún así nos ama incondicionalmente. No hay mayor seguridad y consuelo que saber que estamos agradando al Señor con nuestra vida.
Hoy, te animo a recordar que la aprobación de Dios es la única que realmente importa. No hieras Su corazón en tu búsqueda de la aprobación humana. En lugar de eso, mantén tu corazón enfocado en Él y busca siempre agradarle en todo lo que haces. Que nuestras acciones, palabras y pensamientos reflejen nuestro amor y devoción a Dios, sabiendo que Su aprobación es eterna y verdadera.
Oración:
Querido Dios, te agradecemos por tu amor y aprobación incondicionales. Ayúdanos a mantener nuestros corazones centrados en ti y a buscar siempre agradarte en todo lo que hacemos. Perdónanos por las veces que hemos priorizado la aprobación humana sobre la tuya. En el nombre de Jesús, amén.
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