Cita bíblica:
3 Simón Pedro dijo:
—Me voy a pescar.
—Nosotros también vamos—dijeron los demás.
Así que salieron en la barca, pero no pescaron nada en toda la noche.
4 Al amanecer, Jesús apareció en la playa, pero los discípulos no podían ver quién era. 5 Les preguntó:
—Amigos,[c] ¿pescaron algo?
—No—contestaron ellos.
6 Entonces él dijo:
—¡Echen la red a la derecha de la barca y tendrán pesca!
Ellos lo hicieron y no podían sacar la red por la gran cantidad de peces que contenía.
7 Entonces el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se puso la túnica (porque se la había quitado para trabajar), se tiró al agua y se dirigió hacia la orilla. 8 Los otros se quedaron en la barca y arrastraron la pesada red llena de pescados hasta la orilla, porque estaban solo a unos noventa metros[d] de la playa. 9 Cuando llegaron, encontraron el desayuno preparado para ellos: pescado a la brasa y pan.
10 «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar», dijo Jesús. 11 Así que Simón Pedro subió a la barca y arrastró la red hasta la orilla. Había 153 pescados grandes, y aun así la red no se había roto.
12 «¡Ahora acérquense y desayunen!», dijo Jesús. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: «¿Quién eres?». Todos sabían que era el Señor. 13 Entonces Jesús les sirvió el pan y el pescado. 14 Esa fue la tercera vez que se apareció a sus discípulos después de haber resucitado de los muertos.
Reflexión:
En Juan 21:1-14, nos sumergimos en un relato conmovedor que resalta la misericordia y la gracia de Jesús incluso después de la resurrección. Los discípulos, desanimados y confundidos después de la crucifixión, regresan a la pesca, solo para encontrarse con Jesús en la orilla del mar. Aunque no lo reconocen de inmediato, Jesús los guía a una pesca milagrosa y luego comparte una comida significativa con ellos.
Este encuentro en la orilla del mar nos recuerda que Jesús nunca nos abandona, incluso cuando nos alejamos o nos sentimos perdidos. Él nos busca activamente, restaurando nuestra fe y dándonos propósito. Así como los discípulos experimentaron un renacimiento de esperanza y propósito después de su encuentro con Jesús, también nosotros podemos experimentar la renovación y la restauración cuando nos volvemos a él en tiempos de desánimo y confusión.
Las palabras de Jesús, «Venid y comed» (Juan 21:12), nos invitan a acercarnos a él y a recibir su provisión y amor abundantes. En nuestras propias vidas, podemos encontrarnos con Jesús de maneras inesperadas y experimentar su gracia transformadora. Que este relato nos inspire a buscar siempre la presencia de Jesús, sabiendo que su amor nunca nos fallará.
Oración:
Padre celestial, te damos gracias por tu amor incondicional y tu gracia abundante que nos restaura, renueva y nunca nos abandona. Ayúdanos a reconocer tu presencia en nuestras vidas y a responder a tu llamado con fe y obediencia, permite a todas aquellas personas que no te conocen tener un encuentro personal y transformador contigo, y que puedan experimenta ese amor y esa paz que sobrepasa todo entendimiento en tu presencia, gracias Señor por transformar mi vida. En tu nombre Jesús oramos, Amén.
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