Cita bíblica:
(2 Samuel 9:6-8) 6 Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo. 7 Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa. 8 Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?
Reflexión:
En la historia de Mefi-boset, vemos un poderoso recordatorio de que Dios nunca se olvida de nosotros. Aunque Mefi-boset era descendiente del rey Saúl, había quedado en el olvido y la obscuridad debido a su situación. Pero cuando David, inspirado por el amor y la promesa a Jonatán, le extendió misericordia, se produjo un milagro. Mefi-boset, un hombre que se veía a sí mismo como un «perro muerto», fue elevado a la mesa del rey.
Mefi-boset experimentó la gracia de David, pero nosotros tenemos el privilegio de experimentar la gracia divina de nuestro Señor. A menudo, en la vida cotidiana, nos sentimos como Mefi-boset, descalificados y olvidados. Sin embargo, Dios nos está llamando a su mesa celestial, donde su amor y provisión son abundantes. En nuestra condición de «perros muertos», Dios nos reviste de su amor, restaurándonos y ofreciéndonos un lugar en su reino.
Así como David extendió su mano hacia Mefi-boset, Dios nos extiende su mano todos los días. No importa cuán lejos creamos estar, Él nos busca con amor eterno. Mefi-boset, al inclinarse y reconocer su posición, recibió la gracia que David le ofrecía. Hoy, inclinémonos delante de Dios, reconociendo nuestra necesidad de su amor y aceptando la gracia que nos brinda.
En este acto de gracia, descubrimos que Dios no solo no nos olvida, sino que también tiene planes para nosotros. Así como Mefi-boset fue restaurado a su posición legítima, Dios nos restaura a nuestra identidad en Cristo. Que podamos caminar con la seguridad de que nuestro Padre celestial nos ha llamado hijos suyos, y en su amor encontramos la plenitud de nuestra existencia.