Cita bíblica:
Mateo 5:14-16: «Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.»
Reflexión
En un mundo lleno de oscuridad, caos y desesperanza, Dios nos llama a ser la luz que brilla con esperanza, amor y verdad. En este pasaje de Mateo, Jesús nos enseña que somos la luz del mundo, y que nuestra luz debe ser visible y no esconderse. Esto implica que debemos vivir nuestras vidas de tal manera que reflejemos la gloria de Dios y seamos un testimonio vivo de su amor y gracia.
Ser la luz en este mundo implica marcar la diferencia en nuestras interacciones diarias, tanto en nuestras palabras como en nuestras acciones. Significa ser amables, compasivos y generosos con aquellos que nos rodean. Significa mostrar el amor de Cristo a través de nuestras buenas obras, ayudando a los necesitados, compartiendo una palabra de aliento y mostrando bondad en todo lo que hacemos.
Imagina a María, una mujer que trabaja en un ambiente laboral tóxico. Sus compañeros de trabajo son competitivos, envidiosos y propensos a la crítica constante. María se siente constantemente agobiada y desanimada por la negatividad que la rodea.
Aunque María se encuentra en un entorno desafiante, decide llevar la luz de Cristo a su lugar de trabajo. En lugar de dejarse arrastrar por la negatividad, elige mantener una actitud positiva y tratar a sus compañeros de trabajo con amabilidad y respeto. Se esfuerza por ser un ejemplo de integridad y honestidad, incluso cuando otros tratan de socavarla.
María también encuentra fuerza y consuelo en la Palabra de Dios. Antes de comenzar su jornada laboral, dedica tiempo a orar y meditar en las promesas de Dios. Esto la ayuda a mantener una perspectiva más amplia y recordar que su verdadera identidad está en Cristo, no en las opiniones o acciones de los demás.
A través de su actitud y acciones amorosas, María comienza a marcar una diferencia en su ambiente laboral. Sus compañeros de trabajo comienzan a notar su bondad y resiliencia, y algunos incluso comienzan a preguntarle cómo puede mantenerse tan positiva en medio de la adversidad. María aprovecha estas oportunidades para compartir su fe y explicar cómo la presencia de Dios en su vida la fortalece y la guía.
En conclusión, como seguidores de Cristo, tenemos la responsabilidad de ser la luz en este mundo. Nuestra luz no debe esconderse, sino brillar en todas las áreas de nuestra vida, iluminando las tinieblas y mostrando el camino hacia Dios. A través de nuestras buenas obras y testimonio, podemos impactar la vida de las personas, inspirar esperanza y dirigir a otros hacia el amor y la gracia de nuestro Padre celestial.
Oración:
Amado Padre celestial, te agradecemos por llamarnos a ser la luz en este mundo. Ayúdanos a vivir de manera que reflejemos tu amor, tu gracia y tu verdad. Permítenos ser instrumentos de esperanza y consuelo para aquellos que nos rodean. Que nuestra luz brille con tal intensidad que glorifiquemos tu nombre y atraigamos a otros hacia ti. En el nombre de Jesús, amén.
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